Camaleones del romance

Jan 31, 2025 | Bienestar

Síguenos 

Sofisticación urbana

El desfile Otoño/Invierno 2025 de Michael Kors se presentó en un escenario único y evocador: el histórico Terminal Warehouse en Chelsea, Nueva York, un espacio que alguna vez albergó el icónico Tunnel Nightclub de los años 90

Herencia, comunidad y autoexpresión

Bajo la dirección creativa de Stuart Vevers, Coach, la marca de lujo estadounidense presentó una reinterpretación contemporánea de los clásicos americanos, fusionando la herencia de la marca con un compromiso de sostenibilidad y un fuerte enfoque en la autoexpresión.

De regreso

Más de tres años después de revolucionar el mundo de la moda, Crocs trae de vuelta una de sus siluetas más audaces: la BAE Clog. Con el mismo diseño icónico que conquistó el street style y ese toque de irreverencia que la hace imposible de ignorar.

Soñar en grande

American Eagle presenta con orgullo su colaboración con la celebridad digital Domelipa en la campaña “Dream in AE ft Domelipa”, una propuesta fresca y vibrante que invita a los jóvenes a reimaginar su estilo, explorar nuevas posibilidades y vivir plenamente cada momento

Enamorados

Pandora celebra el amor auténtico con su nueva campaña Be Love, una propuesta especial para este Día de San Valentín, que se distingue por presentar parejas y amigos de la vida real como protagonistas

Furor olfativo

Jil Sander, la emblemática marca de lujo conocida por su estilo minimalista y su manifiesto de “menos es más”, da un paso audaz en su expansión con el lanzamiento de su propia línea de fragancias premium

Hora de decir adiós

Kim Jones anuncia su salida de Dior Homme, dejando atrás un legado que transformó la imagen de la marca y la alta costura contemporánea. Su salida, aunque esperado por algunos, representa el final de una era en la que la sofisticación y la vanguardia se fusionaron bajo su dirección creativa

Destellante

Gentle Monster ha comenzado el 2025 con una explosión de estilo de la mano de Jennie de BLACKPINK. La famosa marca de gafas, siempre a la vanguardia en diseño, ha lanzado una nueva colección de gafas que fusiona la sofisticación de la joyería con la innovación en eyewear

Mademoiselle doble C

Llega una campaña que fusiona arte, moda y la esencia de la libertad personal. En esta ocasión, la cantautora y fashion icon Dua Lipa se convierte en el rostro del nuevo bolso CHANEL 25, una pieza que reinventa los códigos clásicos de la Maison con una modernidad fresca y sofisticada.

La revolución de un legado en ruinas

Cuando Jonathan Anderson asumió las riendas de Loewe en 2013, pocos habrían imaginado que la casa de lujo española, conocida por su clásica sobriedad y su maestría en marroquinería, se transformaría en el terreno de juego de una visión radicalmente diferente

En una conversación con mis amigas, como es usual con aquellas personas a las que conocemos desde hace décadas y cuyos círculos sociales siempre tienen una proximidad muy íntima, salió a relucir una amistad de antaño a la que la vida le jugó chueco y tuvo un problema personal que ha sido evidente gracias a las redes sociales.

Como es costumbre en los seres humanos, el deseo de saber los más recónditos secretos de las vidas de terceros se hizo prevalecer, y es así como llegó a nosotros la noticia: la persona en cuestión había terminado una relación de muchos años.

De manera usual, esto no sería noticia. El detalle a relucir fue el hecho de que, al ser una persona cuya huella digital es muy grande, la ausencia de muchas publicaciones de la pareja que solían popular las redes sociales se esfumaron de un día a otro. Pronto se vinieron miles de especulaciones, pero nadie concretó la razón por la cual dos personas que aparentaban tener todo en común, y cuando digo todo, es TODO, simplemente decidieron partir y bifurcar esa ruta que decían caminar hasta el final juntos.

En esta historia, solo tenemos una versión, y dicha crónica es difusa y un enigma aún. Lo único que nos ha quedado claro es que, cuando existe un común denominador, es más probable que el problema vaya sesgado hacia ese punto. En este caso, una persona cuya personalidad se ve siempre contaminada por los gustos de su pareja.

Si Madonna nos ha enseñado algo, es que hay que reinventarnos, y por años, dicha persona pareciera haberse tomado en serio el modus vivendi de la reina del pop, cambiando de estilo como si se tratase de ropa interior. Lo extraño aquí es que cada estilo siempre es un reflejo exacto de sus amantes. Ella podría ser una mujer deportista que disfruta de hacer pilates, comer bien, dormir temprano y estar en contacto con la naturaleza, pero si su ser amado es un músico independiente que se jacta de disfrutar de los festivales de música, los festivales y excesos, ella lo replicaba de manera equitativa, perdiendo en esa travesía su identidad.

Al ver, como espectadores, su vida en fotos y videos, la gente no tardó en darse cuenta de que con una nueva relación venía un nuevo alter ego, un personaje novedoso que nos venía a deleitar de manera digital al darnos una faceta inédita de esta persona que, desde la juventud, hemos visto cambiar de piel con cada enamorado que se robaba su corazón. Pero, ¿a qué se debe este tipo de actitud? ¿Estamos presenciando una crisis de identidad o, como si se tratase de alguien regido por el signo de Géminis, solo imita el comportamiento de esa persona que ante sus ojos es perfecta?

“¿Acaso ellas perdieron su identidad durante la relación o, en realidad, existía una identidad o una personalidad bien integrada, en este caso de la mujer, antes de iniciar su relación en pareja? El carente conocimiento de la identidad siempre va a generar huecos, vacíos que, en la mayoría de las veces —aunque no siempre visibles—, detonarán una necesidad muy grande de aceptación o validación”, externa nuestra psicóloga experta Pamela Urista Espino sobre si es posible que las mujeres que pierden su identidad en una relación estén, en realidad, buscando validación externa para llenar un vacío interno. “Por eso mismo, se tiende a imitar a la pareja o adaptarse a ella a medida que la relación está en curso. Se cree que complaciendo o imitando al otro, la validación se da por sentada. La bella experiencia de una relación consiste en el descubrimiento del otro, en la decisión de querer estar y compartir. Lo que debemos aprender a validar, o mejor dicho, identificar, es qué tipo de relación quiero en mi vida. Llenar un vacío interno es como intentar llenar un barril sin fondo.”

La transformación por amor

Es difícil no notar cómo algunas personas, sobre todo mujeres, parecen dejar su identidad en el umbral de cada nueva relación, como si cada cambio de pareja significara una especie de “reinvención” personal. Este fenómeno, que a veces se disfraza de crecimiento o maduración, se convierte rápidamente en una pérdida de uno mismo, camuflada bajo la excusa de adaptarse al “nosotros” que implica ser parte de una relación. Las dinámicas sociales actuales, donde el amor parece exigir una constante transformación, no hacen más que intensificar este proceso.

La psicología social ha señalado cómo muchas personas, especialmente aquellas que buscan validación externa, adoptan los intereses, gustos, y comportamientos de su pareja como una manera de sentirse aceptadas o amadas. Este fenómeno, conocido como “fusión de identidades”, ocurre cuando una persona empieza a moldearse completamente al perfil y las necesidades del otro, perdiendo por completo su esencia en el proceso. La idea de la “fusión” es un ideal romántico que, aunque aparentemente inofensivo, puede llevar a la persona a una grave crisis de identidad.

La tensión entre el “yo” y el “nosotros”

No es una coincidencia que esta tendencia sea más común en las mujeres. Históricamente, la cultura patriarcal ha dictado que el valor de una mujer está ligado a su rol dentro de una relación. De este modo, muchas veces, las mujeres terminan definiendo su identidad a través de su pareja. Adoptan sus costumbres, sus opiniones, su estilo de vida, todo con tal de encajar en una narrativa común. Este tipo de comportamiento, que a primera vista puede parecer una muestra de amor incondicional o de compromiso, es en realidad un reflejo de la presión social por diluirse en la figura del otro, sacrificando en el camino su propia individualidad.

En la era digital, el problema se agrava. Las redes sociales amplifican este fenómeno, mostrando a las personas cómo deberían lucir sus vidas, sus relaciones, sus parejas. La necesidad de proyectar una imagen perfecta y sincronizada con la de los demás hace que muchas personas se conviertan en versiones editadas de sí mismas. Es más fácil, parece, que la autenticidad de una relación sea más importante que el ser genuino con uno mismo.

¿Reinvención o Aniquilación Personal?

Una de las preguntas más difíciles que surgen al observar este fenómeno es: ¿realmente están estas personas “reinventándose” por amor, o simplemente están perdiendo su esencia para encajar en una imagen prefabricada de lo que debería ser una relación exitosa? Si observamos a aquellas que adoptan comportamientos radicales dependiendo de su pareja, podemos concluir que no se trata de una verdadera evolución personal, sino de una aniquilación progresiva de su identidad.

El cambio de estilo, el abandono de pasatiempos previos, el olvido de proyectos personales y la imitación de conductas ajenas son señales claras de que esta persona está entregando su identidad por completo. El amor, en su forma más pura, no debería pedirnos que perdamos quiénes somos. De hecho, una relación sana debería nutrir nuestra individualidad, no suplantarla.

Pero, ¿hasta qué punto este fenómeno de perderse en el “nosotros” es una forma de autocastigo emocional o una manera de autoabandonarse para encajar en la imagen que la pareja espera de una? “Puede ser ambos. Aunque suelen ir de la mano. Se tiende a abandonar porque se cree que es un castigo, ‘algo que se merece’. Aquí se tocan fibras muy sensibles, porque en cada caso en particular, habría que ir al punto de origen: la infancia. Las experiencias vividas en esta etapa, aunque no siempre determinantes, sí influyen en nuestro autoconcepto, autoestima y autoconocimiento”, nos externa la licenciada egresada de la Universidad Autónoma de La Laguna.
“Por eso es importante la terapia, como cuidado de nuestra salud mental. Tristemente, se introyectan desde la infancia ideas como ‘me tratan mal porque me lo merezco’ o ‘me abandonan porque no soy suficiente’, y estas ideas, presentes en nuestro subconsciente, influirán de manera negativa en nuestra autoestima y, por supuesto, en cómo nos relacionamos con otros.”

Vinculando la autoestima e Identidad

Muchas veces, la tendencia a perderse en el “nosotros” tiene que ver con una baja autoestima. Aquellas personas que no se sienten lo suficientemente seguras de sí mismas tienden a sobrecompensar este vacío con la aprobación de los demás, especialmente de sus parejas. Adaptando una nueva personalidad o modificando sus gustos no solo es una forma de integrarse a la pareja, sino una manera de buscar la validación externa que tal vez no encontraron en su propio reflejo.

Esta inseguridad puede ser exacerbada por las presiones sociales que subrayan lo que es “correcto” o “ideal” en una relación. Las redes sociales juegan un papel importante en este sentido, ya que, en lugar de reflejar realidades auténticas, promueven estereotipos de perfección que, al ser alcanzados, pueden hacer que las personas pierdan su camino personal.

Sabemos que muchas mujeres parecen estar dispuestas a perderse a sí mismas para ser amadas, mientras que se espera que los hombres sigan siendo fieles a sus propios intereses, pasatiempos y estilos de vida. ¿Pero a qué se debe esto? “Es muy probable que aún no hayan descubierto el amor por sí mismas. Una vez que hagan ese viaje de autodescubrimiento y amor propio, nunca se considerarían la idea de ceder o perder su libertad como individuos.”, finaliza la Licenciada Urista.

El amor verdadero no debería obligarnos a perdernos a nosotros mismos en el proceso. La clave está en encontrar un balance saludable entre el “nosotros” y el “yo”. Es posible compartir nuestra vida con otra persona sin renunciar a nuestra esencia. La invitación es a cuestionar constantemente nuestros cambios y preguntarnos si realmente nos estamos transformando por el amor o si estamos simplemente replicando lo que el otro quiere ver en nosotros.

Aceptar la identidad propia, tanto antes como después de una relación, es esencial para no perder nuestra autenticidad. Como seres humanos, nuestra capacidad de adaptarnos es admirable, pero nunca debería implicar la desaparición de quienes somos en el proceso.

En una conversación con mis amigas, como es usual con aquellas personas a las que conocemos desde hace décadas y cuyos círculos sociales siempre tienen una proximidad muy íntima, salió a relucir una amistad de antaño a la que la vida le jugó chueco y tuvo un problema personal que ha sido evidente gracias a las redes sociales.

Como es costumbre en los seres humanos, el deseo de saber los más recónditos secretos de las vidas de terceros se hizo prevalecer, y es así como llegó a nosotros la noticia: la persona en cuestión había terminado una relación de muchos años.

De manera usual, esto no sería noticia. El detalle a relucir fue el hecho de que, al ser una persona cuya huella digital es muy grande, la ausencia de muchas publicaciones de la pareja que solían popular las redes sociales se esfumaron de un día a otro. Pronto se vinieron miles de especulaciones, pero nadie concretó la razón por la cual dos personas que aparentaban tener todo en común, y cuando digo todo, es TODO, simplemente decidieron partir y bifurcar esa ruta que decían caminar hasta el final juntos.

En esta historia, solo tenemos una versión, y dicha crónica es difusa y un enigma aún. Lo único que nos ha quedado claro es que, cuando existe un común denominador, es más probable que el problema vaya sesgado hacia ese punto. En este caso, una persona cuya personalidad se ve siempre contaminada por los gustos de su pareja.

Si Madonna nos ha enseñado algo, es que hay que reinventarnos, y por años, dicha persona pareciera haberse tomado en serio el modus vivendi de la reina del pop, cambiando de estilo como si se tratase de ropa interior. Lo extraño aquí es que cada estilo siempre es un reflejo exacto de sus amantes. Ella podría ser una mujer deportista que disfruta de hacer pilates, comer bien, dormir temprano y estar en contacto con la naturaleza, pero si su ser amado es un músico independiente que se jacta de disfrutar de los festivales de música, los festivales y excesos, ella lo replicaba de manera equitativa, perdiendo en esa travesía su identidad.

Al ver, como espectadores, su vida en fotos y videos, la gente no tardó en darse cuenta de que con una nueva relación venía un nuevo alter ego, un personaje novedoso que nos venía a deleitar de manera digital al darnos una faceta inédita de esta persona que, desde la juventud, hemos visto cambiar de piel con cada enamorado que se robaba su corazón. Pero, ¿a qué se debe este tipo de actitud? ¿Estamos presenciando una crisis de identidad o, como si se tratase de alguien regido por el signo de Géminis, solo imita el comportamiento de esa persona que ante sus ojos es perfecta?

“¿Acaso ellas perdieron su identidad durante la relación o, en realidad, existía una identidad o una personalidad bien integrada, en este caso de la mujer, antes de iniciar su relación en pareja? El carente conocimiento de la identidad siempre va a generar huecos, vacíos que, en la mayoría de las veces —aunque no siempre visibles—, detonarán una necesidad muy grande de aceptación o validación”, externa nuestra psicóloga experta Pamela Urista Espino sobre si es posible que las mujeres que pierden su identidad en una relación estén, en realidad, buscando validación externa para llenar un vacío interno. “Por eso mismo, se tiende a imitar a la pareja o adaptarse a ella a medida que la relación está en curso. Se cree que complaciendo o imitando al otro, la validación se da por sentada. La bella experiencia de una relación consiste en el descubrimiento del otro, en la decisión de querer estar y compartir. Lo que debemos aprender a validar, o mejor dicho, identificar, es qué tipo de relación quiero en mi vida. Llenar un vacío interno es como intentar llenar un barril sin fondo.”

La transformación por amor

Es difícil no notar cómo algunas personas, sobre todo mujeres, parecen dejar su identidad en el umbral de cada nueva relación, como si cada cambio de pareja significara una especie de “reinvención” personal. Este fenómeno, que a veces se disfraza de crecimiento o maduración, se convierte rápidamente en una pérdida de uno mismo, camuflada bajo la excusa de adaptarse al “nosotros” que implica ser parte de una relación. Las dinámicas sociales actuales, donde el amor parece exigir una constante transformación, no hacen más que intensificar este proceso.

La psicología social ha señalado cómo muchas personas, especialmente aquellas que buscan validación externa, adoptan los intereses, gustos, y comportamientos de su pareja como una manera de sentirse aceptadas o amadas. Este fenómeno, conocido como “fusión de identidades”, ocurre cuando una persona empieza a moldearse completamente al perfil y las necesidades del otro, perdiendo por completo su esencia en el proceso. La idea de la “fusión” es un ideal romántico que, aunque aparentemente inofensivo, puede llevar a la persona a una grave crisis de identidad.

La tensión entre el “yo” y el “nosotros”

No es una coincidencia que esta tendencia sea más común en las mujeres. Históricamente, la cultura patriarcal ha dictado que el valor de una mujer está ligado a su rol dentro de una relación. De este modo, muchas veces, las mujeres terminan definiendo su identidad a través de su pareja. Adoptan sus costumbres, sus opiniones, su estilo de vida, todo con tal de encajar en una narrativa común. Este tipo de comportamiento, que a primera vista puede parecer una muestra de amor incondicional o de compromiso, es en realidad un reflejo de la presión social por diluirse en la figura del otro, sacrificando en el camino su propia individualidad.

En la era digital, el problema se agrava. Las redes sociales amplifican este fenómeno, mostrando a las personas cómo deberían lucir sus vidas, sus relaciones, sus parejas. La necesidad de proyectar una imagen perfecta y sincronizada con la de los demás hace que muchas personas se conviertan en versiones editadas de sí mismas. Es más fácil, parece, que la autenticidad de una relación sea más importante que el ser genuino con uno mismo.

¿Reinvención o Aniquilación Personal?

Una de las preguntas más difíciles que surgen al observar este fenómeno es: ¿realmente están estas personas “reinventándose” por amor, o simplemente están perdiendo su esencia para encajar en una imagen prefabricada de lo que debería ser una relación exitosa? Si observamos a aquellas que adoptan comportamientos radicales dependiendo de su pareja, podemos concluir que no se trata de una verdadera evolución personal, sino de una aniquilación progresiva de su identidad.

El cambio de estilo, el abandono de pasatiempos previos, el olvido de proyectos personales y la imitación de conductas ajenas son señales claras de que esta persona está entregando su identidad por completo. El amor, en su forma más pura, no debería pedirnos que perdamos quiénes somos. De hecho, una relación sana debería nutrir nuestra individualidad, no suplantarla.

Pero, ¿hasta qué punto este fenómeno de perderse en el “nosotros” es una forma de autocastigo emocional o una manera de autoabandonarse para encajar en la imagen que la pareja espera de una? “Puede ser ambos. Aunque suelen ir de la mano. Se tiende a abandonar porque se cree que es un castigo, ‘algo que se merece’. Aquí se tocan fibras muy sensibles, porque en cada caso en particular, habría que ir al punto de origen: la infancia. Las experiencias vividas en esta etapa, aunque no siempre determinantes, sí influyen en nuestro autoconcepto, autoestima y autoconocimiento”, nos externa la licenciada egresada de la Universidad Autónoma de La Laguna.
“Por eso es importante la terapia, como cuidado de nuestra salud mental. Tristemente, se introyectan desde la infancia ideas como ‘me tratan mal porque me lo merezco’ o ‘me abandonan porque no soy suficiente’, y estas ideas, presentes en nuestro subconsciente, influirán de manera negativa en nuestra autoestima y, por supuesto, en cómo nos relacionamos con otros.”

Vinculando la autoestima e Identidad

Muchas veces, la tendencia a perderse en el “nosotros” tiene que ver con una baja autoestima. Aquellas personas que no se sienten lo suficientemente seguras de sí mismas tienden a sobrecompensar este vacío con la aprobación de los demás, especialmente de sus parejas. Adaptando una nueva personalidad o modificando sus gustos no solo es una forma de integrarse a la pareja, sino una manera de buscar la validación externa que tal vez no encontraron en su propio reflejo.

Esta inseguridad puede ser exacerbada por las presiones sociales que subrayan lo que es “correcto” o “ideal” en una relación. Las redes sociales juegan un papel importante en este sentido, ya que, en lugar de reflejar realidades auténticas, promueven estereotipos de perfección que, al ser alcanzados, pueden hacer que las personas pierdan su camino personal.

Sabemos que muchas mujeres parecen estar dispuestas a perderse a sí mismas para ser amadas, mientras que se espera que los hombres sigan siendo fieles a sus propios intereses, pasatiempos y estilos de vida. ¿Pero a qué se debe esto? “Es muy probable que aún no hayan descubierto el amor por sí mismas. Una vez que hagan ese viaje de autodescubrimiento y amor propio, nunca se considerarían la idea de ceder o perder su libertad como individuos.”, finaliza la Licenciada Urista.

El amor verdadero no debería obligarnos a perdernos a nosotros mismos en el proceso. La clave está en encontrar un balance saludable entre el “nosotros” y el “yo”. Es posible compartir nuestra vida con otra persona sin renunciar a nuestra esencia. La invitación es a cuestionar constantemente nuestros cambios y preguntarnos si realmente nos estamos transformando por el amor o si estamos simplemente replicando lo que el otro quiere ver en nosotros.

Aceptar la identidad propia, tanto antes como después de una relación, es esencial para no perder nuestra autenticidad. Como seres humanos, nuestra capacidad de adaptarnos es admirable, pero nunca debería implicar la desaparición de quienes somos en el proceso.