Originaria de la ciudad de Granada, España, la modelo, actriz y performer Mina Serrano ha cruzado océanos de tiempo y distancia para encarnar hasta el momento su papel más ambicioso, Cris Miró, la vedette trans que conquistó los corazones de hombres y mujeres latinoamericanos y que ahora va a la caza del mundo entero
“En la vida de todo maricón siempre hubo una mujer que nos hizo fuertes”
La divina Astarté
Magnética como solo pueden ser las musas prerrafaelistas en los cuadros de Dante Rossetti, Mina Serrano es una de esas criaturas cuya belleza profana y angelical te incitan a mirar una y mil veces, por lo que es difícil no querer saber más de esa figura alargada y turgente que se posa sin temores o modestia.
Así es la Serrano, una mujer que al igual que su homóloga Miró, no nacieron hembras pero escogieron serlo, pues en sus venas cabalgaban los brios que caracterizan a las amazonas: mujeres ingobernables de incalculable valor.
Serrano es, ante todo, por y para sí misma. La libertad es el fundamento mismo de su existencia. Desde pequeñita supo que sus intereses no iban en la misma dirección que la de sus conocidos y vecinos granadinos. De manera que a través de cómics, novelas gráficas, música punk e indumentaria gótica fue germinando esa doncella delicada en apariencia pero feroz al tacto. Y es que al no contar con referentes inmediatos, o al menos acceso a personas con vidas no conformistas que le demostraran que si es posible ser diferente sin sentir culpabilidad por ello, Mina emprendió vuelo.
De manera que, lejos de algún tipo de comunidad queer que la arropara, el mundo del arte, el cabaret y la literatura fueron los pilares que la sujetaron antes de marchar hacia Madrid, donde una vida estimulante la esperaba.
“Con 17 años cumplidos, sin conocidos y con ganas de no ser la rara entre las calles, partí a la urbe madrileña para estudiar artes escénicas. Mis días trascurrían entre risas y maricones. Aquello fue muy divertido. Las primeras veces no siempre son las mejores, pero vaya que son inolvidables”, sostiene la gran lectora de Bram Stoker, cuya obra culmen, Drácula, es en gran medida responsable de parte de su personalidad artística, al tomar el nombre de la heroína trágica Wilhelmina “Mina” Harker, amante del príncipe valaco, el conde Drácula.
En el otro extremo de su histrionismo, reposa en el nombre de la diva italiana Mina Mazzina, cuyas canciones agridulces como “Il cielo in una stanza” o “L’importante é finire”, trasladan al público a una atmósfera de toda clase de emociones punzocortantes. Con esos antecedentes y esa sed de éxito, el camino natural de Serrano era convertirse en todo un numen avasallante.
Entre tangos y bulerías
Cuando la suerte está echada, ni corriendo de ella es posible escapar. Así estaba escrito que Mina Serrano iba a encontrarse tarde que temprano con Argentina en su andar.
La maja de cabellera bruñida que serpentea por todo su cuerpo guardaba consigo la magia del tango flamenco, producto del encuentro de sus raíces gitanas y el roce con una la compañía cabaretera rioplatense que dio pauta para todo lo demás.
Desde su acento cadente hasta esa forma camaleónica de proyectarse, sin por ello disolver su originalidad, como lo demostraría años después fungiendo de modelo y actriz en pasarelas de Burberry o Calvin Klein, a la par de la gran pantalla con documentales como Le Favolose y ahora Cris Miró (Ella), donde la luminaria de más de 1,80 cm de estatura roba suspiros tan pronto aparece a cuadro.
Irónicamente, Serrano no era consciente de que su felicidad le aguardaba en el continente americano, ni mucho menos que su capital erótico la llevaría a toda clase de lugares.
“Cuando se es una persona de rasgos muy andróginos, como los míos, no eres el público objetivo de nadie. Es más, podría decirse que es bastante frustrante, porque despiertas interés, pero no el suficiente para que vengan a descubrirte”, advierte la también entusiasta dibujante, quien desde siempre ha odiado mantenerse en los margenes.
“Cuando vivía en Granada me atraía muchísimo la mística gitana. Intenté aprender flamenco pero solo me enseñaban la parte de danza masculina, algo que a mí no me interesaba en absoluto. Yo quería zapatear y arquearme como Carmen Amaya, no como un bailaor. Por eso, el poder ser una actriz del teatro de variedades de géneros como son el cabaret o el vodevil fueron la solución a una inquietud añeja en mí: comunicar y ser escuchada. Dos funciones que se cumplen en tales géneros, que además de todo entretienen, informan y dialogan con el foro, mientras que, en el teatro canónico, el espectador no puede derribar la cuarta pared, teniendo que acotarse a lo que le presentan”, advierte Serrano, quien subraya que en el teatro bajofondero, tanto actores como audiencia, interactúan nutriéndose el uno del otro, dando cabida a toda clase de personajes e ilusiones.
“Para mí, el teatro periférico, el de protesta, el de los oprimidos y los raros es uno de los pocos espacios donde no se necesita dar explicaciones o bien salir/entrar del clóset cada tanto; simplemente es una existencia manifestante sin más”, afirma Mina, quien -a su paso por los distintos tablados- lo mismo puede ser un tímido personaje incidental de una obra de bajo presupuesto que una gran vedette colosal del Teatro Maipo.
Mina, como sus mentores, no conoce otra vida que la de andar a todo galope.
La vita va avanti
(La vida continua), {(con y a pesar nuestro)}.
Las mujeres de mi vida
Anita Ekberg
Rossy de Palma
Siouxsie and the Banshees
Madonna
Mi madre
Comúnmente se oye decir: “Detrás de una gran hombre hay una gran mujer”, pero en el caso de los artistas visuales del transformismo, mejor conocidos como travestis o dragas (por su origen etimológico en el teatro isabelino, Dress Like Girl y su acrónimo “drag”, de acuerdo con la intérprete Drag King e investigadora Diane Torr, en su libro Sex, Drag, and Male Roles: Investigating Gender as Performance Contemporary Theatre Review), las mujeres no se relegan a ser el respaldo u hombro de soporte, simplemente lo son todo. El universo femenino da para toda clase de plasticidad, gozo y mimesis, para aquellos que sueñan con ponerse en sus zapatos, literalmente.
En ese sentido, aunque la carrera de Mina ha sido breve pero sustanciosa, esta no deja de agradecer a todas las féminas que han poblado su imaginario tanto reales como ficticias, en la construcción de nuevas y exquisitas identidades a lo largo de los años.
En su repertorio de admiración, Serrano -de casi 27 años de edad- reconoce que las musas de Fellini, Visconti y, desde luego, las del realizador manchego Pedro Almódovar, le han dado la oportunidad de expresarse, moldeando su prototipo de mujer: una bombástica y total, donde el porte de Anouk Aimé convive con la grandiosidad de Anita Ekberg, pasando por el caleidoscopio de bellezas como los de Claudia Cardinale, Lucía Bosé o Romy Schneider, sin descuidar su lado más efervescente, tanto como terrenal de artistas apátridas, (porque nos pertenecen a todos), como son Siouxsie, Madonna o de Palma, quienes nos acercan a las fuerzas de la naturaleza desde sus facetas más demenciales o explosivas.
“Para mí, las mujeres son las criaturas más excitantes de todas. Son aguas profundas. Por ello mi inclinación hacia ellas no solo abarca la fascinación, sino que también las he amado locamente. He tenido muchas parejas, pero cuando busco algo serio y duradero salgo con mujeres, mientras que cuando quiero algo fugaz me lío con hombres”, comenta picaramente la joven, quien se comporta como una membrana que absorbe lo mejor de cada sexo y sus respectivos universos.
No obstante, entre todo ese compendio de mujeres alucinantes que hoy la constituyen, a la única que le es invariablemente fiel es a su madre. “Mi mamá es una mujer que todo le divierte y a la cual nada le sorprende, toma todo con agrado, por ello se lo comparto”, finaliza Mina, quien añade que, al ser su madre médica, observa con alegría el carnaval humano sin juzgarlo o despreciarlo.
“Velar con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, aun bajo amenaza, y no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas. Solemne y libremente, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho”. Juramento de Hipócrates.
Estrella MINA SERRANO
Fotografías FLOR CISNEROS
Peinado y maquillaje SOLANGE PERKES * Estilismo SANTI SAPAG
Texto CAROLINA M. PAYÁN
Corrección de estilo JOSÉ ANTONIO BLASCO C.
Producción AGENCIA PURA
Originaria de la ciudad de Granada, España, la modelo, actriz y performer Mina Serrano ha cruzado océanos de tiempo y distancia para encarnar hasta el momento su papel más ambicioso, Cris Miró, la vedette trans que conquistó los corazones de hombres y mujeres latinoamericanos y que ahora va a la caza del mundo entero
“En la vida de todo maricón siempre hubo una mujer que nos hizo fuertes”
La divina Astarté
Magnética como solo pueden ser las musas prerrafaelistas en los cuadros de Dante Rossetti, Mina Serrano es una de esas criaturas cuya belleza profana y angelical te incitan a mirar una y mil veces, por lo que es difícil no querer saber más de esa figura alargada y turgente que se posa sin temores o modestia.
Así es la Serrano, una mujer que al igual que su homóloga Miró, no nacieron hembras pero escogieron serlo, pues en sus venas cabalgaban los brios que caracterizan a las amazonas: mujeres ingobernables de incalculable valor.
Serrano es, ante todo, por y para sí misma. La libertad es el fundamento mismo de su existencia. Desde pequeñita supo que sus intereses no iban en la misma dirección que la de sus conocidos y vecinos granadinos. De manera que a través de cómics, novelas gráficas, música punk e indumentaria gótica fue germinando esa doncella delicada en apariencia pero feroz al tacto. Y es que al no contar con referentes inmediatos, o al menos acceso a personas con vidas no conformistas que le demostraran que si es posible ser diferente sin sentir culpabilidad por ello, Mina emprendió vuelo.
De manera que, lejos de algún tipo de comunidad queer que la arropara, el mundo del arte, el cabaret y la literatura fueron los pilares que la sujetaron antes de marchar hacia Madrid, donde una vida estimulante la esperaba.
“Con 17 años cumplidos, sin conocidos y con ganas de no ser la rara entre las calles, partí a la urbe madrileña para estudiar artes escénicas. Mis días trascurrían entre risas y maricones. Aquello fue muy divertido. Las primeras veces no siempre son las mejores, pero vaya que son inolvidables”, sostiene la gran lectora de Bram Stoker, cuya obra culmen, Drácula, es en gran medida responsable de parte de su personalidad artística, al tomar el nombre de la heroína trágica Wilhelmina “Mina” Harker, amante del príncipe valaco, el conde Drácula.
En el otro extremo de su histrionismo, reposa en el nombre de la diva italiana Mina Mazzina, cuyas canciones agridulces como “Il cielo in una stanza” o “L’importante é finire”, trasladan al público a una atmósfera de toda clase de emociones punzocortantes. Con esos antecedentes y esa sed de éxito, el camino natural de Serrano era convertirse en todo un numen avasallante.
Entre tangos y bulerías
Cuando la suerte está echada, ni corriendo de ella es posible escapar. Así estaba escrito que Mina Serrano iba a encontrarse tarde que temprano con Argentina en su andar.
La maja de cabellera bruñida que serpentea por todo su cuerpo guardaba consigo la magia del tango flamenco, producto del encuentro de sus raíces gitanas y el roce con una la compañía cabaretera rioplatense que dio pauta para todo lo demás.
Desde su acento cadente hasta esa forma camaleónica de proyectarse, sin por ello disolver su originalidad, como lo demostraría años después fungiendo de modelo y actriz en pasarelas de Burberry o Calvin Klein, a la par de la gran pantalla con documentales como Le Favolose y ahora Cris Miró (Ella), donde la luminaria de más de 1,80 cm de estatura roba suspiros tan pronto aparece a cuadro.
Irónicamente, Serrano no era consciente de que su felicidad le aguardaba en el continente americano, ni mucho menos que su capital erótico la llevaría a toda clase de lugares.
“Cuando se es una persona de rasgos muy andróginos, como los míos, no eres el público objetivo de nadie. Es más, podría decirse que es bastante frustrante, porque despiertas interés, pero no el suficiente para que vengan a descubrirte”, advierte la también entusiasta dibujante, quien desde siempre ha odiado mantenerse en los margenes.
“Cuando vivía en Granada me atraía muchísimo la mística gitana. Intenté aprender flamenco pero solo me enseñaban la parte de danza masculina, algo que a mí no me interesaba en absoluto. Yo quería zapatear y arquearme como Carmen Amaya, no como un bailaor. Por eso, el poder ser una actriz del teatro de variedades de géneros como son el cabaret o el vodevil fueron la solución a una inquietud añeja en mí: comunicar y ser escuchada. Dos funciones que se cumplen en tales géneros, que además de todo entretienen, informan y dialogan con el foro, mientras que, en el teatro canónico, el espectador no puede derribar la cuarta pared, teniendo que acotarse a lo que le presentan”, advierte Serrano, quien subraya que en el teatro bajofondero, tanto actores como audiencia, interactúan nutriéndose el uno del otro, dando cabida a toda clase de personajes e ilusiones.
“Para mí, el teatro periférico, el de protesta, el de los oprimidos y los raros es uno de los pocos espacios donde no se necesita dar explicaciones o bien salir/entrar del clóset cada tanto; simplemente es una existencia manifestante sin más”, afirma Mina, quien -a su paso por los distintos tablados- lo mismo puede ser un tímido personaje incidental de una obra de bajo presupuesto que una gran vedette colosal del Teatro Maipo.
Mina, como sus mentores, no conoce otra vida que la de andar a todo galope.
La vita va avanti
(La vida continua), {(con y a pesar nuestro)}.
Las mujeres de mi vida
Anita Ekberg
Rossy de Palma
Siouxsie and the Banshees
Madonna
Mi madre
Comúnmente se oye decir: “Detrás de una gran hombre hay una gran mujer”, pero en el caso de los artistas visuales del transformismo, mejor conocidos como travestis o dragas (por su origen etimológico en el teatro isabelino, Dress Like Girl y su acrónimo “drag”, de acuerdo con la intérprete Drag King e investigadora Diane Torr, en su libro Sex, Drag, and Male Roles: Investigating Gender as Performance Contemporary Theatre Review), las mujeres no se relegan a ser el respaldo u hombro de soporte, simplemente lo son todo. El universo femenino da para toda clase de plasticidad, gozo y mimesis, para aquellos que sueñan con ponerse en sus zapatos, literalmente.
En ese sentido, aunque la carrera de Mina ha sido breve pero sustanciosa, esta no deja de agradecer a todas las féminas que han poblado su imaginario tanto reales como ficticias, en la construcción de nuevas y exquisitas identidades a lo largo de los años.
En su repertorio de admiración, Serrano -de casi 27 años de edad- reconoce que las musas de Fellini, Visconti y, desde luego, las del realizador manchego Pedro Almódovar, le han dado la oportunidad de expresarse, moldeando su prototipo de mujer: una bombástica y total, donde el porte de Anouk Aimé convive con la grandiosidad de Anita Ekberg, pasando por el caleidoscopio de bellezas como los de Claudia Cardinale, Lucía Bosé o Romy Schneider, sin descuidar su lado más efervescente, tanto como terrenal de artistas apátridas, (porque nos pertenecen a todos), como son Siouxsie, Madonna o de Palma, quienes nos acercan a las fuerzas de la naturaleza desde sus facetas más demenciales o explosivas.
“Para mí, las mujeres son las criaturas más excitantes de todas. Son aguas profundas. Por ello mi inclinación hacia ellas no solo abarca la fascinación, sino que también las he amado locamente. He tenido muchas parejas, pero cuando busco algo serio y duradero salgo con mujeres, mientras que cuando quiero algo fugaz me lío con hombres”, comenta picaramente la joven, quien se comporta como una membrana que absorbe lo mejor de cada sexo y sus respectivos universos.
No obstante, entre todo ese compendio de mujeres alucinantes que hoy la constituyen, a la única que le es invariablemente fiel es a su madre. “Mi mamá es una mujer que todo le divierte y a la cual nada le sorprende, toma todo con agrado, por ello se lo comparto”, finaliza Mina, quien añade que, al ser su madre médica, observa con alegría el carnaval humano sin juzgarlo o despreciarlo.
“Velar con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, aun bajo amenaza, y no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas. Solemne y libremente, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho”. Juramento de Hipócrates.
Estrella MINA SERRANO
Fotografías FLOR CISNEROS
Peinado y maquillaje SOLANGE PERKES * Estilismo SANTI SAPAG
Texto CAROLINA M. PAYÁN
Corrección de estilo JOSÉ ANTONIO BLASCO C.
Producción AGENCIA PURA