Si uno de tus pensamientos más profundos es formar un hogar y ofrecerle una nueva vida a un pequeñito bajo tu tutela, considera esta serie de procesos para convertir ese sueño en realidad.
Durante mis años universitarios escuché decir al profesor de Periodismo de Moda una frase que quedaría grabada en la memoria para siempre: “Padre es el que cría, no el que engendra”. Esto lo dijo tras contarnos –de viva voz – cómo ningún contexto es un impedimento para lograr lo que deseamos de nuestras existencias.
La historia a grandes rasgos es la siguiente: cuando su madre, una adolescente de escasos recursos, tuvo a mi maestro, ella lo dio en adopción a una señora con dos hijas mayores quien lo arropó como suyo a pesar de no contar con una posición privilegiada para sostenerlo, pero sí mucho amor al recibirlo en su hogar. Lo destacable de esta anécdota es que pese a las precariedades que mi maestro enlistó haber vivido durante su juventud, una de las que nunca experimentó fue la falta de atención, ya que tanto sus hermanas como la presencia de sus dos madres (biológica y adoptiva), fueron la única constante en su vida. Siempre lo apoyaron a perseguir sus sueños, aun cuando estos fueran muy extravagantes, como ser editor de una revista de modas, por ejemplo.
En la actualidad, mi querido profesor es uno de los hombres con mayor trayectoria periodística en el ámbito de la moda y el estilo de vida de México, está felizmente casado con un guapísimo español (radican en Asia), desde donde imparte cátedra para diversas universidades y escribe copiosas columnas de arte y tendencia para varios medios. Su historia puede sonar un poco a cuento de hadas, pero no es así. La realidad es que el acuerdo de estas dos valientes mujeres repletas de fortaleza y responsabilidad compartida tendió puentes para que este niño se desarrollara correctamente, dando como resultado a una persona magnífica, poseedora de exquisito gusto, así como un sentido de apertura para ayudar a los demás siempre.
Naturalmente, no todas las historias de adopción están repletas de pasajes felices, pero todas tienen algo en común: ofrecer alternativas a dos hogares. Por un lado, los padres biológicos que no pueden ofrecer un futuro a sus hijos y –por el otro lado– los padres adoptivos, que tras muchos intentos y costosos tratamientos no consiguieron concebir un bebé. De manera que, cuando este niño en común aparece en escena, el milagro es compartido. ★
Si uno de tus pensamientos más profundos es formar un hogar y ofrecerle una nueva vida a un pequeñito bajo tu tutela, considera esta serie de procesos para convertir ese sueño en realidad.
Durante mis años universitarios escuché decir al profesor de Periodismo de Moda una frase que quedaría grabada en la memoria para siempre: “Padre es el que cría, no el que engendra”. Esto lo dijo tras contarnos –de viva voz – cómo ningún contexto es un impedimento para lograr lo que deseamos de nuestras existencias.
La historia a grandes rasgos es la siguiente: cuando su madre, una adolescente de escasos recursos, tuvo a mi maestro, ella lo dio en adopción a una señora con dos hijas mayores quien lo arropó como suyo a pesar de no contar con una posición privilegiada para sostenerlo, pero sí mucho amor al recibirlo en su hogar. Lo destacable de esta anécdota es que pese a las precariedades que mi maestro enlistó haber vivido durante su juventud, una de las que nunca experimentó fue la falta de atención, ya que tanto sus hermanas como la presencia de sus dos madres (biológica y adoptiva), fueron la única constante en su vida. Siempre lo apoyaron a perseguir sus sueños, aun cuando estos fueran muy extravagantes, como ser editor de una revista de modas, por ejemplo.
En la actualidad, mi querido profesor es uno de los hombres con mayor trayectoria periodística en el ámbito de la moda y el estilo de vida de México, está felizmente casado con un guapísimo español (radican en Asia), desde donde imparte cátedra para diversas universidades y escribe copiosas columnas de arte y tendencia para varios medios. Su historia puede sonar un poco a cuento de hadas, pero no es así. La realidad es que el acuerdo de estas dos valientes mujeres repletas de fortaleza y responsabilidad compartida tendió puentes para que este niño se desarrollara correctamente, dando como resultado a una persona magnífica, poseedora de exquisito gusto, así como un sentido de apertura para ayudar a los demás siempre.
Naturalmente, no todas las historias de adopción están repletas de pasajes felices, pero todas tienen algo en común: ofrecer alternativas a dos hogares. Por un lado, los padres biológicos que no pueden ofrecer un futuro a sus hijos y –por el otro lado– los padres adoptivos, que tras muchos intentos y costosos tratamientos no consiguieron concebir un bebé. De manera que, cuando este niño en común aparece en escena, el milagro es compartido. ★