Vivir entre multitudes sin formar parte de ellas

Jan 16, 2024 | Bienestar

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Celebremos

Las fiestas decembrinas son la ocasión ideal para reunirnos con amigos y familia, reflexionar sobre lo vivido y brindar por lo que está por venir. Este año, transforma tus celebraciones en momentos únicos con dos bebidas icónicas: Hendrick’s Gin y Glenfiddich Whisky

Holiday House

¡La magia de la Navidad llegó a la Ciudad de México con el lanzamiento de Coach Holiday House! La marca neoyorquina celebró su primera experiencia pop-up navideña con una exclusiva fiesta de cóctel que reunió a más de 180 invitados

Pijamada real

Si algo sabe hacer Aerie es convertir lo ordinario en extraordinario, ¡y lo demostró con su Sleep Soirée! Este evento exclusivo, lleno de sorpresas, risas y mucha autenticidad, reunió a un grupo selecto que fusionó relajación, diversión y un toque muy especial de “realness”

Aventura de ensueño

¿Qué pasa cuando las celebridades, la joyería más brillante y la magia de Tailandia se encuentran? Pandora lo sabe, y su reciente viaje por el Reino de Siam es prueba de ello

Estilo, música y actitud

Tuvimos la oportunidad de ser testigos de una noche vibrante y llena de energía en la presentación del Dodge Attitude 2025, un sedán que promete marcar la diferencia con su estilo y personalidad

Rosas y pepinos

Las fiestas de fin de año son sinónimo de momentos especiales, celebraciones con los seres queridos y, sobre todo, de un toque de magia que transforma lo cotidiano en algo memorable

Rayito de sol

Hoy tenemos la oportunidad de escuchar a Natalie Kuhn, una creadora, mentora y defensora del bienestar integral, cuya misión es ayudar a las personas a reconectar con su esencia y transformar sus vidas desde adentro hacia afuera

Todo queda en familia

“La manzana nunca cae lejos del árbol” es un dicho vigente en muchas industrias, incluida la moda, donde las casas más importantes a nivel mundial siguen bajo la dirección de familias que comprenden y explotan el ADN único de cada marca.

Manos libres

La indumentaria se vuelve ultrafuncional al expandirse con bolsillos para ayudarte a moverte con tus objetos esenciales resguardados, siempre cerca de ti

eyes. lips. face. fandom

Los actores Joey King y Lucien Laviscount se encuentran en una situación complicada mientras protagonizan la última campaña de e.l.f. impulsada por el entretenimiento.

Detengámonos un breve momento y reflexionemos: ¿estamos perdiendo la humanidad con la que nacimos o la humanidad nace en la convivencia?

Esta y otras preguntas nos arrojan series como Sweet Home, una producción de Netflix, Corea del Sur, donde se narra la vida de un adolescente que decide recluirse en casa para evitar ser juzgado por su sociedad inmediata, la cual ha depositado –sobre él y otros jóvenes– toda clase de fetiches y metas inasibles a corta edad, orillando al protagonista hasta contemplar el suicidio como única opción, luego de que sus padres dejaran de brindarle soporte económico para su subsistencia.

¿Reveses del hiperaceleramiento económico?

Lo triste de este argumento televisivo es que no es mera ficción y, desde el colapso de la burbuja económica de Japón de los años 90, así como el de otras naciones asiáticas en ascenso, como China, India y Corea del Sur, el fenómeno sociológico llamado Hikikomori no ha hecho más que aumentar.

Sin embargo, obtener cifras precisas por parte de tales gobiernos es casi imposible, debido a que familias con hijos o hermanos hikis los esconden por motivos de oprobio. Recordemos que, en Asia, valores como el honor y el prestigio familiar son más importantes que pertenecer a tal o cual casta social. Entonces, cuando sumas tradiciones añejas de esa magnitud, más la alta competitividad existente en todos los ámbitos posibles de hoy, existir duele.

Pero no solo en aquel continente se respira tal presión por ser el mejor de la clase, la más bella de la colonia, el más exitoso de la generación o padre de los niños más encantadores, sino que –con la integración de redes sociales a nuestras vidas– la percepción de la realidad se trastorna, provocando un grado inmenso de abatimiento por no cumplir con sueños que no nos pertenecen, impuestos.

A diferencia de los hikikomoris del pasado –adolescen- tes o adultos jóvenes en sus veintes–, en la actualidad, personas de más de 40 años de edad, incluso jubilados de 60 en adelante, han optado por esta forma de vida, donde permanecer en casa es más un alivio que un sacrificio.

Huir no es darse por vencido

Y es que a pesar del terrible doble filo de la tecnología –el cual presiona pero también libera–, esta le ha permitido a personas con trastornos sociales y emocionales independizarse económicamente de sus familiares al poder pedir comida, adquirir ropa y ganar dinero sin contacto humano alguno, como es el caso de Mappy, la modelo nipona de Only Fans que –luego de una serie de fracasos al intentar ingresar a la universidad pública de Tokio– puso llave a su cuarto y se conectó con el mundo mediante una cámara y wifi.

“La joven es el avatar de una generación que puede monetizar y entablar ‘relaciones’ más amables, gracias a cámaras y micrófonos, que si lo hiciera en el mundo de carne y hueso”, advierte Kenji Yamagawa, investi- gador y académico de la Okinawa Institute Of Science And Technology (OIST), quien advierte que, de un lustro para acá, el Hikikomori dejó de tener esa parte depresiva que se infringe dolor todo el tiempo, al convertirse en personas útiles para sí mismas al proveerse de medios económicos para subsistir, y ello se traduce en algún modo en bienestar.

“Las personas hikis de hoy no siempre fueron perso- nas disfuncionales. Muchos de ellos labraron carreras prósperas pero se cansaron de la falsedad y la hipocresía de los otros. Optaron por actuar de manera acorazada desde sus hogares y bajo sus términos sin ser juzgados u obligados a cumplir promesas imposibles. En cierta forma, es una suerte de amor propio que no conocíamos hasta ahora”, comenta Yamagawa, quien lleva 18 años estudiando casos de hikikomoris para diversos fines.

De manera que, aunque pareciera que estas personas escapan de los núcleos sociales, en realidad están sanando heridas profundas y hechas por los miem- bros abusivos a lo largo de las estancias formativas de los hikis. ★

Detengámonos un breve momento y reflexionemos: ¿estamos perdiendo la humanidad con la que nacimos o la humanidad nace en la convivencia?

Esta y otras preguntas nos arrojan series como Sweet Home, una producción de Netflix, Corea del Sur, donde se narra la vida de un adolescente que decide recluirse en casa para evitar ser juzgado por su sociedad inmediata, la cual ha depositado –sobre él y otros jóvenes– toda clase de fetiches y metas inasibles a corta edad, orillando al protagonista hasta contemplar el suicidio como única opción, luego de que sus padres dejaran de brindarle soporte económico para su subsistencia.

¿Reveses del hiperaceleramiento económico?

Lo triste de este argumento televisivo es que no es mera ficción y, desde el colapso de la burbuja económica de Japón de los años 90, así como el de otras naciones asiáticas en ascenso, como China, India y Corea del Sur, el fenómeno sociológico llamado Hikikomori no ha hecho más que aumentar.

Sin embargo, obtener cifras precisas por parte de tales gobiernos es casi imposible, debido a que familias con hijos o hermanos hikis los esconden por motivos de oprobio. Recordemos que, en Asia, valores como el honor y el prestigio familiar son más importantes que pertenecer a tal o cual casta social. Entonces, cuando sumas tradiciones añejas de esa magnitud, más la alta competitividad existente en todos los ámbitos posibles de hoy, existir duele.

Pero no solo en aquel continente se respira tal presión por ser el mejor de la clase, la más bella de la colonia, el más exitoso de la generación o padre de los niños más encantadores, sino que –con la integración de redes sociales a nuestras vidas– la percepción de la realidad se trastorna, provocando un grado inmenso de abatimiento por no cumplir con sueños que no nos pertenecen, impuestos.

A diferencia de los hikikomoris del pasado –adolescen- tes o adultos jóvenes en sus veintes–, en la actualidad, personas de más de 40 años de edad, incluso jubilados de 60 en adelante, han optado por esta forma de vida, donde permanecer en casa es más un alivio que un sacrificio.

Huir no es darse por vencido

Y es que a pesar del terrible doble filo de la tecnología –el cual presiona pero también libera–, esta le ha permitido a personas con trastornos sociales y emocionales independizarse económicamente de sus familiares al poder pedir comida, adquirir ropa y ganar dinero sin contacto humano alguno, como es el caso de Mappy, la modelo nipona de Only Fans que –luego de una serie de fracasos al intentar ingresar a la universidad pública de Tokio– puso llave a su cuarto y se conectó con el mundo mediante una cámara y wifi.

“La joven es el avatar de una generación que puede monetizar y entablar ‘relaciones’ más amables, gracias a cámaras y micrófonos, que si lo hiciera en el mundo de carne y hueso”, advierte Kenji Yamagawa, investi- gador y académico de la Okinawa Institute Of Science And Technology (OIST), quien advierte que, de un lustro para acá, el Hikikomori dejó de tener esa parte depresiva que se infringe dolor todo el tiempo, al convertirse en personas útiles para sí mismas al proveerse de medios económicos para subsistir, y ello se traduce en algún modo en bienestar.

“Las personas hikis de hoy no siempre fueron perso- nas disfuncionales. Muchos de ellos labraron carreras prósperas pero se cansaron de la falsedad y la hipocresía de los otros. Optaron por actuar de manera acorazada desde sus hogares y bajo sus términos sin ser juzgados u obligados a cumplir promesas imposibles. En cierta forma, es una suerte de amor propio que no conocíamos hasta ahora”, comenta Yamagawa, quien lleva 18 años estudiando casos de hikikomoris para diversos fines.

De manera que, aunque pareciera que estas personas escapan de los núcleos sociales, en realidad están sanando heridas profundas y hechas por los miembros abusivos a lo largo de las estancias formativas de los hikis. ★