Para el teólogo alemán Maestro Eckhart, una de las actitudes de mayor provecho en la vida es contar con la disposición a ser un principiante cada una de tus mañanas. Esto me resulta un llamado a tener humildad suficiente para empezar las veces que sean necesarias, desde cualquier lugar o momento en el que te encuentres, para empren- der un proyecto, algo con lo que está más que familiarizada Rossana Nájera, la famosa actriz, modelo y –ahora– activista de los animales, quien tras una breve pausa de cinco años de cintas y melodramas televi- sivos, retorna airosa de una batalla de la cual pocos salimos bien librados: el encuentro con nosotros mismos.
La veracruzana se dio el tiempo suficiente para recorrer el mundo en busca de sentido. En su camino conoció la muy agitada ciudad Bangkok (Tailandia), pasó el confinamiento pandémico en un aparta- mento en Madrid (España) y su resurgimiento de las cenizas en el set de Eternamente amándonos (Ciudad de México), cuyo papel la puso defrente a una de sus ambiciones más acariciada: ser madre.
Allí, la bella morena estableció dos vínculos que saltaron los límites de la ficción para asentarse en la realidad, granjeándose la amistad de la célebre Diana Bracho y el cariño filial del joven actor Kaled Acab, cuya espontaneidad y ternura no solo conquistó a los televidentes, sino al corazón de Nájera, quien ahora lo proclama como hijo suyo también.
Su ausencia no fue gratuita. Rossana enfrentó los sinsabores de la existencia en forma de un corazón roto, la pérdida de un bebé, la cancelación de un proyecto laboral y el inasible tempus fugitive (sí, “el tiempo vuela”). Pero a pesar de la dureza con la que se mostró la vida, la histriona –ahora convertida en la heroína de su propia historia– se con- dujo con destreza, sublimando todo aquel dolor en exquisita alquimia, pues quien nació para brillar su luz jamás ha de apagar.
Inmarcesible como Démeter
“De saber que estaba imposibilitada para ser madre cuando era más joven, hubiera movido cielo, mar y tierra hasta quedar en cinta. Hoy por hoy lo sé. Tengo 43 años y estoy resignada a que no seré mamá, o al menos no en el modo convencional. Sin embargo, tengo otras opciones infinitamente enriquecedoras frente a mí, soy dueña de mi vida y de mis planes cada día, algo que muchas personas no pueden afirmar”, expresa con serenidad la intérprete de La vida es una canción, admitiendo sabiamente que la fertilidad no conoce límites.
Esta viene en muchas presentaciones, desde apoyar a otras mujeres que han padecido abortos, alzar la voz por los animales en situación de calle o simplemente realizar escritura creativa como medio para entender y contabilizar sus emociones. “Llevo años tomando terapia, haciendo meditaciones y asistiendo a constelaciones para resolver mis dudas y atender mis problemas personales. Siento que todos estos aprendizajes deben ser aterrizados, para que sirvan de ayuda a otros además de mí. La escritura y la empatía no son poca cosa. Implica una responsabilidad inmensa comunicar de forma clara los pensamientos, así como amar en equilibrio sin culpas o apegos”.
“Existen madres y esposas que no experimentan realización de ningún tipo en estas actividades, siendo relegadas a una cocina o estantería sin mayor recompensa. Tener hijos y marido no garantiza una vida plena en absoluto, ni tampoco es sinónimo de éxito social o satisfacción personal. Por ello, siempre es bueno ser compasivo con los demás, pues desconocemos lo que sucede a puerta cerrada en su microcosmos”
Y es que en este recorrido agridulce Rossana ha descubierto una feminidad alternativa, donde los roles de género quedan relegado frente a modelos más representativos e inclusivos: “El amor materno se puede expandir en todas las direcciones porque es un instrumento dador de vida. Cuando tú alimentas, enseñas o procuras a otros, estás siendo buena madre, hermana, esposa, amiga o amante. El amor es conciliador y no conoce el fin”.
Entonces, igual que las estaciones del año, donde en primavera-verano se siembra y en otoño-invierno se cosecha, Nájera ha superado los peri- odos de estrechez como la diosa griega Démeter, entendiendo que la fer- tilidad, el amor y el espíritu creador no se marchitan nunca, solo se trans- forman, aun cuando en apariencia no sea época para hacerlo. “Por mi experiencia, le puedo decir a cada mujer incapaz de concebir que no se desespere, el universo le prepara grandes satisfacciones. Dios tiene planes maravillosos para todos nosotros si nos dejamos llevar con mansedumbre, en vez de cuestionar su voluntad. Al hacerlo, reconoceremos que este es el mejor de los universos posibles”.
Esquivar las críticas
Uno de esos privilegios de alcanzar –a fuerza de empeño propio– la madurez personal, profesional y económica es admitir con franqueza cuánto se necesi- ta para poder vivir holgadamente. Nájera consiguió aprenderlo tan pronto dejó el domicilio familiar en su natal Xalapa, Veracruz, para probar fortuna en la gran ciudad a pesar de creencias infundadas en su sociedad inmediata.
“Cuando miro hacia atrás y pienso en la chica de 16 años que deseaba tanto ser actriz y mamá algún día, me encantaría decirle: ‘Lucha por lo que sueñas, el tra- mo no es tan complicado como te lo cuentan’. Por ejemplo, en Xalapa estaba muy satanizado ser actriz, siempre asociaban esta profesión a prostitución, drogas y una vida de escándalos. La realidad es que esas circunstancias están pre- sentes en todas partes. Afortunadamente, nadie me ofreció u obligó hacer algo que me pusiera en riesgo. Entiendo que hay predadores en todas las industrias y es totalmente inaceptable, pero yo nunca tuve que sacrificar nada para conseguir un papel, una audición o lo que fuera. Ser actor es tan digno como ser contador o astronauta, solo que nuestro trabajo se glamuriza por estar presente en los medios de entretenimiento, y eso no sucede en otros empleos”.
Admite la también conductora que desde su primer pie en TV Azteca tuvo la oportunidad de acceder a grandes protagónicos, forjándose un nombre en un breve lapso de tiempo.
“Fracasar en el amor se siente igual entre personas públicas y privadas.
La diferencia entre unas y otras es que a la celebridad la prensa se lo recuerda constantemente, y la recuperación es más lenta y dolorosa”
“Cuando los hijos de mis amigos o mis propios familiares me preguntan sobre mi carrera o viajes, sin temor a equivocarme les digo que extiendan sus alas, no hagan caso de lo que dice la gente en provincia. Las personas casi siempre hablamos desde lugares como la ignorancia o el temor, porque son mecanismos de preservación y defensa, más que por maldad”, precisa la también bloguera trotamundos, quien desde las redes sociales comparte sus travesías por diversas latitudes.
“Antes de partir a la CDMX la primera vez, mis vecinos y conocidos de la familia se espantaron porque e fui a perseguir mi sueño: salir en la tele. La reacción fue decir: ‘¡Rossana, niña bien de familia, estudiante de escuela de monjas, ¡¿cómo que vas a ser actriz?!’”.Precisamente, esa clase de comentarios encendió el fuego que cocinó sus ganas de sobresalir: a su paso por Telemundo y ahora Televisa-Univisión, ha conseguido destacar de manera internacional, multiplican- do los proyectos interesantes de su portafolio (dato: próximamente la veremos volver al tablado con paso de reina, cómo solo ella lo sabe hacer…).
Comer, amar y rezar
Tal y como le sucedió a la escritora estadounidense Elizabeth Gilbert, en el famoso libro –y posterior film– Eat, Love & Pray, Rossana emprendió uno de los pasajes más interesantes de su vida, que incluyen amistades duraderas, recuerdos inolvidables y herramientas para solucionar problemas: viajar como método de sobrevivencia y crecimiento personal.
“Tras los tres intentos de embarazo, varias relaciones fallidas y todo lo acumulado, pude reconocer que una de las cosas que siempre lograba llenarme espiritual y materialmente fue visitar lugares remotos. Cuando viajas, te expones a tus heridas. Puedes estar a 30 mil pies de distancia de tus responsabilidades, pero no puedes escapar de tus problemas. Todo aquel que piense que se va de casa para evadir su realidad, ¡sorpresa!, los asuntos no resueltos saldrán a su encuen- tro. Debes de tener la madurez de dejarte enseñar la virtud de la sencillez para tomar la lección y aplicarla a la vida diaria”, comenta esta soñadora empedernida con grandes dosis de realista.
Cuando ha visitado Asia o Europa, lejos de estresarse por no lograr entender o expresarse con propiedad en otro idioma, como actriz hace uso de su repertorio sentimental y bagaje cultural para conectar con los demás, logrando que las señas, ademanes y otros gestos comuniquen certeramente lo que transita por su cabeza. Así, cada travesía es una aventura que incluye panes dulces, risas fuertes y oraciones concretas.
Naturalmente, alcanzar tal grado de consciencia y acertividad –que ahora posee Nájera– implicó renovar a profundidad su rutina personal, es decir, hacer las paces consigo misma, donar aquellos objetos que la ataban a momentos y soltar los lugares que ya no le pertenecían, así como sobreponerse de las pérdidas ,llámense mascotas, parejas, hijos o proyectos. Ahí empieza su camino del héroe, donde en efecto hay guijarros, pero también fragantes rosas.
“Estar lejos de casa me ha brindado perspectiva sobre cosas que no valoraba o daba por sentadas. Por ejemplo, al convivir con múltiples culturas he apreciado lo que significa México como país y, por extensión, ser mujer mexicana. Cuan- do se es joven, uno admira los distintos estilos de vida que hay el extranjero, depositando fe ciega en caminos que no se han transitado, lo cual es peligroso porque los escenarios que no se han experimentado de primera mano son pura ideología”, comenta la protagonista de Tenías que ser tú.
Cuando la castaña aterriza en Veracruz, su psique y praxis se relajan por com- pleto: “Llegar a Xalapa es como quitarse los zapatos o el maquillaje que me puse fuera, donde era más que necesario portar la máscara. Ahí no puedo engañar a nadie, ser pretenciosa no tiene sentido. Todos te conocen y no necesitas sentirte tal o cual cosa, es comodísimo. Eres lo que eres. Así se siente llegar a México también, bajar la guardia y simplemente dejarse llevar”, comparte la actriz, quien cada que va su tierra natal no deja de visitar sus rinconcitos preferidos en forma de cafés y museos con sus viejos amigos.
Cada que retorna a su departamento en la Ciudad de México, la amplitud con que lo percibe cobra dimensiones insospechadas. Es ahí donde Nájera recita algunos de sus mejores papeles lejos del escrutinio público, el de amiga incondicional, aliada de causas nobles, pero sobre todo el de un ser humano extraordinario que funge como musa para otros y para sí misma.
Confabulario de Rossana
¿El tiempo lo cura todo o se logra con disciplina?
La voluntad, el temple y el carácter son los medicamentos para sanarte. Los años pueden pasar y, si no tienes verdaderos deseos de trascender, permaneces exactamente igual, sin evolución.
¿Se pueden hacer verdaderos amigos en el medio de la farándula?
Absolutamente. La familia que escogí son todos actores y productores: ahora me vienen a la mente Zuria, Marimar y Gonzalo Vega, algunos de los padres y hermanos que la vida me presentó para adoptarnmos mutuamente. Este medio es muy parecido a los clanes familiares de antaño. Convives tan intensamente con ellos durante un breve lapso de tiempo que –eventualmente– desarrollas afectos por cada uno de ellos.
¿La prensa es amiga o enemiga?
Las dos cosas. Por las buenas, los medios de comunicación te impulsan de una manera hasta colocarte en los mejores papeles y portadas, y también tienen la capacidad de destruir carreras en un segundo.
¿Qué rol no estás dispuesta a aceptar bajo ningún registro?
Nada que atente o blasfeme contra Dios. Soy sumamente espiritual y creo en el poder energético de las palabras, enunciar algo así sería terrible para mí, no me dejaría estar en paz o dormir tranquila. Las palabras resuenan en el universo, hay que tener cuidado con lo que dices, piensas y haces en conjunto. ★
Estrella: Rossana Nájera
Fotografías: José Carlos Martínez
Maquillaje y cabello: Hugo Paredes
Coordinación: Carolina M. Payán
Corrección de Estilo: José Antonio Blasco
Estilismo: Michel Medina Martínez
Para el teólogo alemán Maestro Eckhart, una de las actitudes de mayor provecho en la vida es contar con la disposición a ser un principiante cada una de tus mañanas. Esto me resulta un llamado a tener humildad suficiente para empezar las veces que sean necesarias, desde cualquier lugar o momento en el que te encuentres, para empren- der un proyecto, algo con lo que está más que familiarizada Rossana Nájera, la famosa actriz, modelo y –ahora– activista de los animales, quien tras una breve pausa de cinco años de cintas y melodramas televi- sivos, retorna airosa de una batalla de la cual pocos salimos bien librados: el encuentro con nosotros mismos.
La veracruzana se dio el tiempo suficiente para recorrer el mundo en busca de sentido. En su camino conoció la muy agitada ciudad Bangkok (Tailandia), pasó el confinamiento pandémico en un aparta- mento en Madrid (España) y su resurgimiento de las cenizas en el set de Eternamente amándonos (Ciudad de México), cuyo papel la puso defrente a una de sus ambiciones más acariciada: ser madre.
Allí, la bella morena estableció dos vínculos que saltaron los límites de la ficción para asentarse en la realidad, granjeándose la amistad de la célebre Diana Bracho y el cariño filial del joven actor Kaled Acab, cuya espontaneidad y ternura no solo conquistó a los televidentes, sino al corazón de Nájera, quien ahora lo proclama como hijo suyo también.
Su ausencia no fue gratuita. Rossana enfrentó los sinsabores de la existencia en forma de un corazón roto, la pérdida de un bebé, la cancelación de un proyecto laboral y el inasible tempus fugitive (sí, “el tiempo vuela”). Pero a pesar de la dureza con la que se mostró la vida, la histriona –ahora convertida en la heroína de su propia historia– se con- dujo con destreza, sublimando todo aquel dolor en exquisita alquimia, pues quien nació para brillar su luz jamás ha de apagar.
Inmarcesible como Démeter
“De saber que estaba imposibilitada para ser madre cuando era más joven, hubiera movido cielo, mar y tierra hasta quedar en cinta. Hoy por hoy lo sé. Tengo 43 años y estoy resignada a que no seré mamá, o al menos no en el modo convencional. Sin embargo, tengo otras opciones infinitamente enriquecedoras frente a mí, soy dueña de mi vida y de mis planes cada día, algo que muchas personas no pueden afirmar”, expresa con serenidad la intérprete de La vida es una canción, admitiendo sabiamente que la fertilidad no conoce límites.
Esta viene en muchas presentaciones, desde apoyar a otras mujeres que han padecido abortos, alzar la voz por los animales en situación de calle o simplemente realizar escritura creativa como medio para entender y contabilizar sus emociones. “Llevo años tomando terapia, haciendo meditaciones y asistiendo a constelaciones para resolver mis dudas y atender mis problemas personales. Siento que todos estos aprendizajes deben ser aterrizados, para que sirvan de ayuda a otros además de mí. La escritura y la empatía no son poca cosa. Implica una responsabilidad inmensa comunicar de forma clara los pensamientos, así como amar en equilibrio sin culpas o apegos”.
“Existen madres y esposas que no experimentan realización de ningún tipo en estas actividades, siendo relegadas a una cocina o estantería sin mayor recompensa. Tener hijos y marido no garantiza una vida plena en absoluto, ni tampoco es sinónimo de éxito social o satisfacción personal. Por ello, siempre es bueno ser compasivo con los demás, pues desconocemos lo que sucede a puerta cerrada en su microcosmos”
Y es que en este recorrido agridulce Rossana ha descubierto una feminidad alternativa, donde los roles de género quedan relegado frente a modelos más representativos e inclusivos: “El amor materno se puede expandir en todas las direcciones porque es un instrumento dador de vida. Cuando tú alimentas, enseñas o procuras a otros, estás siendo buena madre, hermana, esposa, amiga o amante. El amor es conciliador y no conoce el fin”.
Entonces, igual que las estaciones del año, donde en primavera-verano se siembra y en otoño-invierno se cosecha, Nájera ha superado los peri- odos de estrechez como la diosa griega Démeter, entendiendo que la fer- tilidad, el amor y el espíritu creador no se marchitan nunca, solo se trans- forman, aun cuando en apariencia no sea época para hacerlo. “Por mi experiencia, le puedo decir a cada mujer incapaz de concebir que no se desespere, el universo le prepara grandes satisfacciones. Dios tiene planes maravillosos para todos nosotros si nos dejamos llevar con mansedumbre, en vez de cuestionar su voluntad. Al hacerlo, reconoceremos que este es el mejor de los universos posibles”.
Esquivar las críticas
Uno de esos privilegios de alcanzar –a fuerza de empeño propio– la madurez personal, profesional y económica es admitir con franqueza cuánto se necesi- ta para poder vivir holgadamente. Nájera consiguió aprenderlo tan pronto dejó el domicilio familiar en su natal Xalapa, Veracruz, para probar fortuna en la gran ciudad a pesar de creencias infundadas en su sociedad inmediata.
“Cuando miro hacia atrás y pienso en la chica de 16 años que deseaba tanto ser actriz y mamá algún día, me encantaría decirle: ‘Lucha por lo que sueñas, el tra- mo no es tan complicado como te lo cuentan’. Por ejemplo, en Xalapa estaba muy satanizado ser actriz, siempre asociaban esta profesión a prostitución, drogas y una vida de escándalos. La realidad es que esas circunstancias están pre- sentes en todas partes. Afortunadamente, nadie me ofreció u obligó hacer algo que me pusiera en riesgo. Entiendo que hay predadores en todas las industrias y es totalmente inaceptable, pero yo nunca tuve que sacrificar nada para conseguir un papel, una audición o lo que fuera. Ser actor es tan digno como ser contador o astronauta, solo que nuestro trabajo se glamuriza por estar presente en los medios de entretenimiento, y eso no sucede en otros empleos”.
Admite la también conductora que desde su primer pie en TV Azteca tuvo la oportunidad de acceder a grandes protagónicos, forjándose un nombre en un breve lapso de tiempo.
“Fracasar en el amor se siente igual entre personas públicas y privadas.
La diferencia entre unas y otras es que a la celebridad la prensa se lo recuerda constantemente, y la recuperación es más lenta y dolorosa”
“Cuando los hijos de mis amigos o mis propios familiares me preguntan sobre mi carrera o viajes, sin temor a equivocarme les digo que extiendan sus alas, no hagan caso de lo que dice la gente en provincia. Las personas casi siempre hablamos desde lugares como la ignorancia o el temor, porque son mecanismos de preservación y defensa, más que por maldad”, precisa la también bloguera trotamundos, quien desde las redes sociales comparte sus travesías por diversas latitudes.
“Antes de partir a la CDMX la primera vez, mis vecinos y conocidos de la familia se espantaron porque e fui a perseguir mi sueño: salir en la tele. La reacción fue decir: ‘¡Rossana, niña bien de familia, estudiante de escuela de monjas, ¡¿cómo que vas a ser actriz?!’”.Precisamente, esa clase de comentarios encendió el fuego que cocinó sus ganas de sobresalir: a su paso por Telemundo y ahora Televisa-Univisión, ha conseguido destacar de manera internacional, multiplican- do los proyectos interesantes de su portafolio (dato: próximamente la veremos volver al tablado con paso de reina, cómo solo ella lo sabe hacer…).
Comer, amar y rezar
Tal y como le sucedió a la escritora estadounidense Elizabeth Gilbert, en el famoso libro –y posterior film– Eat, Love & Pray, Rossana emprendió uno de los pasajes más interesantes de su vida, que incluyen amistades duraderas, recuerdos inolvidables y herramientas para solucionar problemas: viajar como método de sobrevivencia y crecimiento personal.
“Tras los tres intentos de embarazo, varias relaciones fallidas y todo lo acumulado, pude reconocer que una de las cosas que siempre lograba llenarme espiritual y materialmente fue visitar lugares remotos. Cuando viajas, te expones a tus heridas. Puedes estar a 30 mil pies de distancia de tus responsabilidades, pero no puedes escapar de tus problemas. Todo aquel que piense que se va de casa para evadir su realidad, ¡sorpresa!, los asuntos no resueltos saldrán a su encuen- tro. Debes de tener la madurez de dejarte enseñar la virtud de la sencillez para tomar la lección y aplicarla a la vida diaria”, comenta esta soñadora empedernida con grandes dosis de realista.
Cuando ha visitado Asia o Europa, lejos de estresarse por no lograr entender o expresarse con propiedad en otro idioma, como actriz hace uso de su repertorio sentimental y bagaje cultural para conectar con los demás, logrando que las señas, ademanes y otros gestos comuniquen certeramente lo que transita por su cabeza. Así, cada travesía es una aventura que incluye panes dulces, risas fuertes y oraciones concretas.
Naturalmente, alcanzar tal grado de consciencia y acertividad –que ahora posee Nájera– implicó renovar a profundidad su rutina personal, es decir, hacer las paces consigo misma, donar aquellos objetos que la ataban a momentos y soltar los lugares que ya no le pertenecían, así como sobreponerse de las pérdidas ,llámense mascotas, parejas, hijos o proyectos. Ahí empieza su camino del héroe, donde en efecto hay guijarros, pero también fragantes rosas.
“Estar lejos de casa me ha brindado perspectiva sobre cosas que no valoraba o daba por sentadas. Por ejemplo, al convivir con múltiples culturas he apreciado lo que significa México como país y, por extensión, ser mujer mexicana. Cuan- do se es joven, uno admira los distintos estilos de vida que hay el extranjero, depositando fe ciega en caminos que no se han transitado, lo cual es peligroso porque los escenarios que no se han experimentado de primera mano son pura ideología”, comenta la protagonista de Tenías que ser tú.
Cuando la castaña aterriza en Veracruz, su psique y praxis se relajan por com- pleto: “Llegar a Xalapa es como quitarse los zapatos o el maquillaje que me puse fuera, donde era más que necesario portar la máscara. Ahí no puedo engañar a nadie, ser pretenciosa no tiene sentido. Todos te conocen y no necesitas sentirte tal o cual cosa, es comodísimo. Eres lo que eres. Así se siente llegar a México también, bajar la guardia y simplemente dejarse llevar”, comparte la actriz, quien cada que va su tierra natal no deja de visitar sus rinconcitos preferidos en forma de cafés y museos con sus viejos amigos.
Cada que retorna a su departamento en la Ciudad de México, la amplitud con que lo percibe cobra dimensiones insospechadas. Es ahí donde Nájera recita algunos de sus mejores papeles lejos del escrutinio público, el de amiga incondicional, aliada de causas nobles, pero sobre todo el de un ser humano extraordinario que funge como musa para otros y para sí misma.
Confabulario de Rossana
¿El tiempo lo cura todo o se logra con disciplina?
La voluntad, el temple y el carácter son los medicamentos para sanarte. Los años pueden pasar y, si no tienes verdaderos deseos de trascender, permaneces exactamente igual, sin evolución.
¿Se pueden hacer verdaderos amigos en el medio de la farándula?
Absolutamente. La familia que escogí son todos actores y productores: ahora me vienen a la mente Zuria, Marimar y Gonzalo Vega, algunos de los padres y hermanos que la vida me presentó para adoptarnmos mutuamente. Este medio es muy parecido a los clanes familiares de antaño. Convives tan intensamente con ellos durante un breve lapso de tiempo que –eventualmente– desarrollas afectos por cada uno de ellos.
¿La prensa es amiga o enemiga?
Las dos cosas. Por las buenas, los medios de comunicación te impulsan de una manera hasta colocarte en los mejores papeles y portadas, y también tienen la capacidad de destruir carreras en un segundo.
¿Qué rol no estás dispuesta a aceptar bajo ningún registro?
Nada que atente o blasfeme contra Dios. Soy sumamente espiritual y creo en el poder energético de las palabras, enunciar algo así sería terrible para mí, no me dejaría estar en paz o dormir tranquila. Las palabras resuenan en el universo, hay que tener cuidado con lo que dices, piensas y haces en conjunto. ★
Estrella: Rossana Nájera
Fotografías: José Carlos Martínez
Maquillaje y cabello: Hugo Paredes
Coordinación: Carolina M. Payán
Corrección de Estilo: José Antonio Blasco
Estilismo: Michel Medina Martínez