Una matryoshka latinoamericana

Feb 17, 2025 | Destacado

Síguenos 

La magia ha vuelto

Después del éxito rotundo de su primera colaboración, SHEGLAM y Harry Potter han decidido unir fuerzas una vez más para ofrecer una colección mágica de maquillaje que transformará tu rutina de belleza

Frescura de las margaritas

Parfois presenta su colección Pre-Spring 2025, una propuesta que celebra la belleza simple y vibrante de las margaritas, símbolo de frescura y energía positiva

Awesome intelligence

Samsung Electronics ha lanzado con gran entusiasmo la nueva serie Galaxy A 2025, integrada por los modelos Galaxy A56 5G, Galaxy A36 5G y Galaxy A26 5G, que vienen a revolucionar la experiencia móvil con la inclusión de Awesome Intelligence, una potente inteligencia artificial que transforma la creatividad de los usuarios

Autoexpresión y joyería

Pandora, la marca líder en joyería, ha dado un paso trascendental en su evolución con la celebración de Pandora in Rio 2025, un evento único que marcó el inicio de una nueva etapa para la marca.

Resort

Banana Republic ha unido fuerzas con Warner Bros. Discovery Global Consumer Products para presentar una exclusiva colección cápsula inspirada en la aclamada serie de HBO, The White Lotus.

Autoexpresión

Steve Madden Lanza su Campaña Primavera 2025: SMtv House of Steve, un Homenaje a la Autoexpresión y la Cultura Pop de los 90s

Revolucionador

L’Oréal París Revoluciona el Cuidado de la Piel con Melasyl: La Innovación que Combate las Manchas y Mejora la Luminosidad

Estilo y actitud

La moda es una forma de expresión infinita. Con tantas opciones disponibles, siempre existe una oportunidad para experimentar y encontrar un estilo propio.

Renueva tu piel

Sabemos que tu piel merece lo mejor y Yves Rocher lo sabe también. Por eso, nos trae una nueva línea revolucionaria que promete dejarnos la piel suave, firme y llena de luz en solo 4 semanas

Melodías de vida

La vida de Karla Breu es una melodía que no solo se escucha, sino que se siente en cada rincón del alma. A través de sus canciones, la artista revela cómo sus momentos más íntimos se transforman en notas y letras que cuentan historias de amor, desamor, superación y esperanza

Anna Sergeyevna Layevska, una de las actrices más versátiles de la televisión y el cine, ha logrado cautivar al público con su capacidad para interpretar personajes completamente distintos, dejando una huella en cada uno de ellos. Desde sus primeros pasos en la industria a los 16 años, hasta su consolidación en plataformas internacionales como Netflix y Amazon Prime, la ucraniana de ascendencia rusa ha desarrollado su trayectoria artística en México, demostrando una habilidad única para reinventarse y mantener una carrera longeva y exitosa. 

Como Circe la divina diosa de hermosos cabellos en la mitología griega, Layevska encarna la esencia de la transformación. Al igual que la hechicera, cuyo poder reside en su capacidad para reinventarse y moldear realidades, Ana ha desplegado su diversidad actoral a lo largo de su carrera, interpretando personajes diversos que desafían las expectativas. Tal como Circe, que trasciende los estereotipos y redefine su rol, Ana también se aleja de las limitaciones de la industria, navegando con autenticidad y profundidad entre los distintos matices de la actuación. Ambas figuras, poderosas en su capacidad de adaptación y cambio, nos enseñan que la verdadera fuerza radica en la capacidad de transformarse y, al mismo tiempo, mantenerse fiel a uno mismo.

En esta entrevista, hablamos con ella sobre su evolución como actriz, los desafíos de la fama, su relación con las redes sociales y el equilibrio entre la autenticidad y las expectativas del público. Con una carrera que abarca desde papeles en telenovelas clásicas hasta proyectos más arriesgados en la era digital, la intérprete conocida como Ana Layevska en el continente americano, nos comparte su visión sobre la industria del entretenimiento y cómo ha logrado mantenerse fiel a sí misma a lo largo de los años.

Ayer y hoy

“Me parece fascinante que la gente me recuerde por diversos personajes. La versatilidad, para mí, es un sello que me permite explorar distintos matices de la actuación. Claro, hay personajes con los que el público me asocia, como Marina en Primer amor a mil por hora, Paulina en El juego de la vida, Ana en Las Dos Caras de Ana o Silvia en Guerra de vecinos, pero también trato de que cada uno de mis personajes sea distinto al anterior. Esa capacidad de reinventarme es lo que mantiene viva mi carrera”, recalca la protagonista de la serie Yankee, al hablar sobre cómo su versatilidad actoral podría percibirse como un arma de doble filo, en el sentido de que el público podría recordarla más por su capacidad camaleónica que por un personaje que se haya convertido en un ícono.

Con un camino que comenzó a los 16 años, una edad en la que muchas personas aún están buscando su identidad, manejar la presión de ser una figura pública tan joven puede ser difícil. Sin embargo, muchas veces la serendipia interviene, y ese es el caso de la intérprete de Mariana Esquivel en Dra. Lucía: “Fue un camino curioso, porque mi entrada al mundo de la actuación no fue planeada. La vida me llevó a una escuela de actuación y, al comenzar a estudiar, descubrí que realmente me apasionaba. Es un privilegio saber tan joven lo que quieres hacer, algo que no es común, pues muchas personas pasan años buscando su vocación. A lo largo de mi carrera, como sucede en cualquier trayecto largo, pasé por momentos de confianza, quizás incluso de sobreconfianza, pensando que siempre tendría trabajo, hasta que la rueda de la fortuna me enseñó lo efímera que puede ser la fama. Sin embargo, siempre he mantenido una autenticidad inquebrantable, lo que creo que ha sido clave para mi longevidad en este medio.”

No cabe duda que la vocación es como un teléfono constante que no para de sonar en nuestra mente y corazón, y después de un tiempo en México, la línea directa comenzó a sonar, y Ana Layevska respondió a su rugir con determinación. Su pasión por el arte la llevó a estudiar la carrera de actuación en el Centro de Educación Artística de Televisa, donde comenzó a forjar su camino en el mundo de la interpretación. Allí, encontró un llamado profundo: el de ponerse en los zapatos de diversas mujeres, explorar sus emociones y vidas, y darles vida en escenarios ficticios. Con cada personaje, Ana no solo mostró su talento, sino que dejó una huella en el público, reflejando la complejidad y la humanidad de las mujeres que interpretaba.

De manera similar a una emblemática muñeca rusa (matrioshka), Ana Layevska nos revela cómo su talento actoral se asemeja a estas tradicionales figuras creadas en 1890. Al igual que la originalidad de estas muñecas, cuya esencia radica en su estructura hueca que alberga una nueva muñeca en su interior, Layevska demuestra cómo, con cada personaje que interpreta, se despoja de una piel para revelar una nueva faceta de sí misma. Cada papel es una muñeca más, una capa que deja entrever otro rostro, otro matiz, otro aspecto de su poder histriónico, mostrando su capacidad infinita para reinventarse y transformarse.

La cruda verdad

“No estoy de acuerdo con esa crítica. En la actualidad, existe una diversidad de contenido tan vasta que es posible encontrar tanto producciones ligeras y comerciales como otras más profundas y complejas. Este nuevo panorama nos brinda una mayor libertad creativa. En mi experiencia, nunca he tenido que adaptarme a contenido superficial”, externó Layevska al referirse a los comentarios de muchos actores que critican que el contenido en plataformas de streaming, a menudo, carece de la profundidad y calidad que se encontraba en la televisión tradicional. “De hecho, he realizado comedia, pero también personajes más complejos, como en Yankee, donde mi rol tenía múltiples capas. Disfruto del entretenimiento ligero, porque creo que las personas también buscan distracción y felicidad en ello, pero eso no implica que carezca de valor artístico.”

La industria del entretenimiento, en la que muchos actores y actrices se ven atrapados en estereotipos que pueden encasillar, ¿alguna vez ella sintió que su perfil, que enmarca dos zafiros por ojos, una melena de oro y fluidez en tres idiomas, jugaba en su contra al momento de conseguir ciertos roles? “Para nada, el hecho de hablar varios idiomas ha sido más una ventaja que un obstáculo. Me permite acceder a una gama de personajes mucho más amplia y me facilita la capacidad de adaptarme a distintas situaciones, no solo lingüísticas, sino culturales. En cuanto a los estereotipos, es cierto que en ocasiones los actores son encasillados, pero eso depende mucho de la percepción de los directores o productores. A veces, el físico o la tipología de un actor puede ser lo que buscan para un determinado rol, y otras veces, te dan la oportunidad de sorprender. Para mí, es crucial seguir siendo versátil y estar dispuesta a romper con las expectativas que los demás puedan tener sobre mí.”, recalca nuestra musa originaria de Kiev.

Karenina y Layevska, aunque separadas por siglos, comparten más que un nombre; ambas son mujeres cuyo corazón late al ritmo de una pasión irrefrenable. Karenina, en la Rusia del siglo XIX, se entrega al amor con una intensidad arrolladora, desafiando las normas de una sociedad que la encierra, sacrificando su propia estabilidad por una felicidad que, al final, le es esquiva. Su vida se convierte en un torbellino de emociones profundas, donde el amor y el sacrificio se entrelazan, arrastrándola hacia un destino trágico, pero sublime.

Ana Layevska, en el siglo XXI, refleja esa misma búsqueda del amor y la libertad, rompiendo barreras con cada paso que da. Aunque su historia no se teje con los hilos de la tragedia literaria, su lucha por desafiar las expectativas sociales y vivir según su propia verdad resuena con la misma fuerza que la de Karenina. Ambas, a su manera, nos muestran el profundo anhelo de vivir intensamente, sin ataduras, buscando en el amor la chispa de una felicidad que, aunque lejana, siempre se persigue con la misma pasión indomable.

Disipando cortinas de humo

La fama puede ser una espada de doble filo, y el lado oscuro de ella conlleva una presión extra al ser una figura pública, lo que afecta las relaciones personales y la vida familiar. Ana no es la excepción. “En términos de sacrificios, sí. He perdido momentos importantes, como cumpleaños de mi hija o eventos familiares debido a compromisos laborales. Pero no lo siento como una consecuencia de ser famosa, sino como un precio que uno paga por seguir una carrera que requiere mucho tiempo y dedicación. Afortunadamente, mi familia siempre ha sido comprensiva, y me siento respaldada por ellos, sin importar en qué etapa de mi carrera me encuentre. No dejo que la fama me separe de mis seres queridos.”

Esa misma fama llega cargada de caretas preformadas que los intérpretes a menudo se ven forzados a usar, pero las cosas han cambiado. “La industria ofrece una variedad mucho mayor de lo que a veces se cree. Los estereotipos de género existen, pero es responsabilidad de los guionistas, directores y actores desafiarlos. A lo largo de mi carrera, he intentado hacer personajes que rompan con los clichés tradicionales, y siempre he propuesto alternativas creativas cuando siento que un rol puede volverse predecible o monótono”, nos revela la actriz, cuyo talento también se encuentra a la hora de tocar bellas melodías en el violín, y quién externa que la clave está en la imaginación y en la voluntad de no conformarse con lo establecido. No todo es comedia ni todo es ligero; hay una rica diversidad de historias que se pueden contar fuera de los límites preestablecidos.

Como si se tratase de un lujoso huevo Fabergé, aquellas obras maestras de la orfebrería creadas por Carl Fabergé y sus artesanos para los zares de Rusia, así como para algunos miembros de la nobleza y la burguesía industrial entre 1885 y 1917, Ana Layevska llegó a México como a sus nueve años, deslumbrando a todos con su carisma y talento innato. Estos huevos, cuyas complejidades de diseño ocultan un mundo de historia, lujo y perfección, se convirtieron en símbolos de un arte que hablaba de lo más exquisito en la artesanía rusa. De la misma forma, Layevska, en su incursión en el mundo del espectáculo, apareció como una joya única, cuyo fulgor no solo provenía de su presencia, sino también de una pasión que reflejaba una habilidad perfeccionada desde su más temprana edad.

Al igual que las joyas de la Casa Fabergé, cada paso de Layevska en su carrera artística mostraba una meticulosidad y un cuidado por el detalle que atrapaba la atención de quienes la observaban. Su talento no solo la catapultó a la fama en el mundo de la actuación, sino que la convirtió en un puente cultural entre tres mundos distantes: Rusia, Ucrania y Latinoamérica. Sin embargo, a pesar de la distancia geográfica y cultural, dichas naciones comparten una profunda pasión por el arte, el amor por la expresión y la incansable búsqueda de la belleza. Ana se erige como una figura mística que, al fusionar la tradición del viejo continente con la calidez mexicana, demuestra cómo el arte tiene el poder de trascender fronteras, conectar corazones y transformar a quienes lo viven. Con el tiempo, su nombre se ha convertido en un símbolo de la universalidad del talento, capaz de unir no solo culturas, sino almas.

En contacto con el mundo

“La fama en las redes sociales sí genera esa imagen idealizada de la vida. Pero, personalmente, no me ha costado ser auténtica. No soy de esconder lo que siento ni lo que pienso. A veces me cuesta un poco filtrar mis emociones, y soy muy directa. Claro, en las redes también prefiero publicar una foto en la que me vea bien, pero no me importa si no es perfecta. La honestidad es lo que me importa más. Dicho esto, también soy consciente de que cuidar mi apariencia forma parte de mi profesión, y lo hago con gusto, invirtiendo tiempo en cuidar mi salud, mi piel y mi bienestar”, nos recuerda la histriónica, cuyo currículum también se engalana con el título de madre de los pequeños Masha y Santiago, sobre las redes sociales y cómo estas han creado una imagen idealizada de la vida de las personas.

“Viene un proyecto llamado Entre paredes, donde interpreto a Silvana, una novia tóxica y ruidosa, pero que, en el fondo, tiene más que ver con sus inseguridades que con el amor real. También está Bienvenidos a la familia en Netflix, y nuevas temporadas de Dra. Lucía, además de algunas segundas temporadas de otras series en las que estoy involucrada. Estoy muy agradecida por la cantidad de trabajo que tengo y por la diversidad de personajes que he podido interpretar. Me entusiasma lo que está por venir y siempre trato de ofrecer algo nuevo a mis seguidores. A ellos les doy las gracias por su apoyo y por seguir mi trabajo”, finaliza Ana, quien ha podido compartir créditos con mujeres de renombre como Salma Hayek, Ana Serradilla y Adriana Louvier, y cuyo 2025 nos trae más sorpresas.

La sangre de la madre Rusia, cuna de todas las exrepúblicas soviéticas, ha dado al mundo grandes nombres que han dejado una huella imborrable a lo largo del tiempo y las fronteras. Piotr Ilich Tchaikovski, cuyas composiciones han tocado el alma de millones; León Tolstói, que con su pluma dio vida a relatos de profunda reflexión sobre la condición humana; Fyodor Dostoyevski, con sus novelas que desnudaron los rincones más oscuros de la psicología; Anton Chejov, el maestro de la sutileza y el drama; y Aleksandr Pushkin, poeta que encarna la esencia misma de la literatura rusa. Esta vasta nación, rica en cultura y tradición, también es conocida por sus matrioskas, que reflejan la unidad familiar y la complejidad de las relaciones humanas. Y, por supuesto, el vodka, ese elixir que acompaña los brindis de amistad y celebración, y el ballet, un arte elevado a su máxima expresión en los teatros rusos, ahora suma ahora uno más: Анна Сергеевна Лаевская, mejor conocida como Ana Layevska, de sangre rusa con raíces ucranianas, pero con corazón mexicano que ha conquistado al mundo con su talento y carisma.

Foto: @estebancalderon
Peinado y maquillaje: @andreamorenomakeup
Estilismo de moda: @alo_murillo_
RP: @Jand_pr

Anna Sergeyevna Layevska, una de las actrices más versátiles de la televisión y el cine, ha logrado cautivar al público con su capacidad para interpretar personajes completamente distintos, dejando una huella en cada uno de ellos. Desde sus primeros pasos en la industria a los 16 años, hasta su consolidación en plataformas internacionales como Netflix y Amazon Prime, la ucraniana de ascendencia rusa ha desarrollado su trayectoria artística en México, demostrando una habilidad única para reinventarse y mantener una carrera longeva y exitosa. 

Como Circe la divina diosa de hermosos cabellos en la mitología griega, Layevska encarna la esencia de la transformación. Al igual que la hechicera, cuyo poder reside en su capacidad para reinventarse y moldear realidades, Ana ha desplegado su diversidad actoral a lo largo de su carrera, interpretando personajes diversos que desafían las expectativas. Tal como Circe, que trasciende los estereotipos y redefine su rol, Ana también se aleja de las limitaciones de la industria, navegando con autenticidad y profundidad entre los distintos matices de la actuación. Ambas figuras, poderosas en su capacidad de adaptación y cambio, nos enseñan que la verdadera fuerza radica en la capacidad de transformarse y, al mismo tiempo, mantenerse fiel a uno mismo.

En esta entrevista, hablamos con ella sobre su evolución como actriz, los desafíos de la fama, su relación con las redes sociales y el equilibrio entre la autenticidad y las expectativas del público. Con una carrera que abarca desde papeles en telenovelas clásicas hasta proyectos más arriesgados en la era digital, la intérprete conocida como Ana Layevska en el continente americano, nos comparte su visión sobre la industria del entretenimiento y cómo ha logrado mantenerse fiel a sí misma a lo largo de los años.

Ayer y hoy

“Me parece fascinante que la gente me recuerde por diversos personajes. La versatilidad, para mí, es un sello que me permite explorar distintos matices de la actuación. Claro, hay personajes con los que el público me asocia, como Marina en Primer amor a mil por hora, Paulina en El juego de la vida, Ana en Las Dos Caras de Ana o Silvia en Guerra de vecinos, pero también trato de que cada uno de mis personajes sea distinto al anterior. Esa capacidad de reinventarme es lo que mantiene viva mi carrera”, recalca la protagonista de la serie Yankee, al hablar sobre cómo su versatilidad actoral podría percibirse como un arma de doble filo, en el sentido de que el público podría recordarla más por su capacidad camaleónica que por un personaje que se haya convertido en un ícono.

Con un camino que comenzó a los 16 años, una edad en la que muchas personas aún están buscando su identidad, manejar la presión de ser una figura pública tan joven puede ser difícil. Sin embargo, muchas veces la serendipia interviene, y ese es el caso de la intérprete de Mariana Esquivel en Dra. Lucía: “Fue un camino curioso, porque mi entrada al mundo de la actuación no fue planeada. La vida me llevó a una escuela de actuación y, al comenzar a estudiar, descubrí que realmente me apasionaba. Es un privilegio saber tan joven lo que quieres hacer, algo que no es común, pues muchas personas pasan años buscando su vocación. A lo largo de mi carrera, como sucede en cualquier trayecto largo, pasé por momentos de confianza, quizás incluso de sobreconfianza, pensando que siempre tendría trabajo, hasta que la rueda de la fortuna me enseñó lo efímera que puede ser la fama. Sin embargo, siempre he mantenido una autenticidad inquebrantable, lo que creo que ha sido clave para mi longevidad en este medio.”

No cabe duda que la vocación es como un teléfono constante que no para de sonar en nuestra mente y corazón, y después de un tiempo en México, la línea directa comenzó a sonar, y Ana Layevska respondió a su rugir con determinación. Su pasión por el arte la llevó a estudiar la carrera de actuación en el Centro de Educación Artística de Televisa, donde comenzó a forjar su camino en el mundo de la interpretación. Allí, encontró un llamado profundo: el de ponerse en los zapatos de diversas mujeres, explorar sus emociones y vidas, y darles vida en escenarios ficticios. Con cada personaje, Ana no solo mostró su talento, sino que dejó una huella en el público, reflejando la complejidad y la humanidad de las mujeres que interpretaba.

De manera similar a una emblemática muñeca rusa (matrioshka), Ana Layevska nos revela cómo su talento actoral se asemeja a estas tradicionales figuras creadas en 1890. Al igual que la originalidad de estas muñecas, cuya esencia radica en su estructura hueca que alberga una nueva muñeca en su interior, Layevska demuestra cómo, con cada personaje que interpreta, se despoja de una piel para revelar una nueva faceta de sí misma. Cada papel es una muñeca más, una capa que deja entrever otro rostro, otro matiz, otro aspecto de su poder histriónico, mostrando su capacidad infinita para reinventarse y transformarse.

La cruda verdad

“No estoy de acuerdo con esa crítica. En la actualidad, existe una diversidad de contenido tan vasta que es posible encontrar tanto producciones ligeras y comerciales como otras más profundas y complejas. Este nuevo panorama nos brinda una mayor libertad creativa. En mi experiencia, nunca he tenido que adaptarme a contenido superficial”, externó Layevska al referirse a los comentarios de muchos actores que critican que el contenido en plataformas de streaming, a menudo, carece de la profundidad y calidad que se encontraba en la televisión tradicional. “De hecho, he realizado comedia, pero también personajes más complejos, como en Yankee, donde mi rol tenía múltiples capas. Disfruto del entretenimiento ligero, porque creo que las personas también buscan distracción y felicidad en ello, pero eso no implica que carezca de valor artístico.”

La industria del entretenimiento, en la que muchos actores y actrices se ven atrapados en estereotipos que pueden encasillar, ¿alguna vez ella sintió que su perfil, que enmarca dos zafiros por ojos, una melena de oro y fluidez en tres idiomas, jugaba en su contra al momento de conseguir ciertos roles? “Para nada, el hecho de hablar varios idiomas ha sido más una ventaja que un obstáculo. Me permite acceder a una gama de personajes mucho más amplia y me facilita la capacidad de adaptarme a distintas situaciones, no solo lingüísticas, sino culturales. En cuanto a los estereotipos, es cierto que en ocasiones los actores son encasillados, pero eso depende mucho de la percepción de los directores o productores. A veces, el físico o la tipología de un actor puede ser lo que buscan para un determinado rol, y otras veces, te dan la oportunidad de sorprender. Para mí, es crucial seguir siendo versátil y estar dispuesta a romper con las expectativas que los demás puedan tener sobre mí.”, recalca nuestra musa originaria de Kiev.

Karenina y Layevska, aunque separadas por siglos, comparten más que un nombre; ambas son mujeres cuyo corazón late al ritmo de una pasión irrefrenable. Karenina, en la Rusia del siglo XIX, se entrega al amor con una intensidad arrolladora, desafiando las normas de una sociedad que la encierra, sacrificando su propia estabilidad por una felicidad que, al final, le es esquiva. Su vida se convierte en un torbellino de emociones profundas, donde el amor y el sacrificio se entrelazan, arrastrándola hacia un destino trágico, pero sublime.

Ana Layevska, en el siglo XXI, refleja esa misma búsqueda del amor y la libertad, rompiendo barreras con cada paso que da. Aunque su historia no se teje con los hilos de la tragedia literaria, su lucha por desafiar las expectativas sociales y vivir según su propia verdad resuena con la misma fuerza que la de Karenina. Ambas, a su manera, nos muestran el profundo anhelo de vivir intensamente, sin ataduras, buscando en el amor la chispa de una felicidad que, aunque lejana, siempre se persigue con la misma pasión indomable.

Disipando cortinas de humo

La fama puede ser una espada de doble filo, y el lado oscuro de ella conlleva una presión extra al ser una figura pública, lo que afecta las relaciones personales y la vida familiar. Ana no es la excepción. “En términos de sacrificios, sí. He perdido momentos importantes, como cumpleaños de mi hija o eventos familiares debido a compromisos laborales. Pero no lo siento como una consecuencia de ser famosa, sino como un precio que uno paga por seguir una carrera que requiere mucho tiempo y dedicación. Afortunadamente, mi familia siempre ha sido comprensiva, y me siento respaldada por ellos, sin importar en qué etapa de mi carrera me encuentre. No dejo que la fama me separe de mis seres queridos.”

Esa misma fama llega cargada de caretas preformadas que los intérpretes a menudo se ven forzados a usar, pero las cosas han cambiado. “La industria ofrece una variedad mucho mayor de lo que a veces se cree. Los estereotipos de género existen, pero es responsabilidad de los guionistas, directores y actores desafiarlos. A lo largo de mi carrera, he intentado hacer personajes que rompan con los clichés tradicionales, y siempre he propuesto alternativas creativas cuando siento que un rol puede volverse predecible o monótono”, nos revela la actriz, cuyo talento también se encuentra a la hora de tocar bellas melodías en el violín, y quién externa que la clave está en la imaginación y en la voluntad de no conformarse con lo establecido. No todo es comedia ni todo es ligero; hay una rica diversidad de historias que se pueden contar fuera de los límites preestablecidos.

Como si se tratase de un lujoso huevo Fabergé, aquellas obras maestras de la orfebrería creadas por Carl Fabergé y sus artesanos para los zares de Rusia, así como para algunos miembros de la nobleza y la burguesía industrial entre 1885 y 1917, Ana Layevska llegó a México a sus nueve años, deslumbrando a todos con su carisma y talento innato. Estos huevos, cuyas complejidades de diseño ocultan un mundo de historia, lujo y perfección, se convirtieron en símbolos de un arte que hablaba de lo más exquisito en la artesanía rusa. De la misma forma, Layevska, en su incursión en el mundo del espectáculo, apareció como una joya única, cuyo fulgor no solo provenía de su presencia, sino también de una pasión que reflejaba una habilidad perfeccionada desde su más temprana edad.

Al igual que las joyas de la Casa Fabergé, cada paso de Layevska en su carrera artística mostraba una meticulosidad y un cuidado por el detalle que atrapaba la atención de quienes la observaban. Su talento no solo la catapultó a la fama en el mundo de la actuación, sino que la convirtió en un puente cultural entre tres mundos distantes: Rusia, Ucrania y Latinoamérica. Sin embargo, a pesar de la distancia geográfica y cultural, dichas naciones comparten una profunda pasión por el arte, el amor por la expresión y la incansable búsqueda de la belleza. Ana se erige como una figura mística que, al fusionar la tradición del viejo continente con la calidez mexicana, demuestra cómo el arte tiene el poder de trascender fronteras, conectar corazones y transformar a quienes lo viven. Con el tiempo, su nombre se ha convertido en un símbolo de la universalidad del talento, capaz de unir no solo culturas, sino almas.

En contacto con el mundo

“La fama en las redes sociales sí genera esa imagen idealizada de la vida. Pero, personalmente, no me ha costado ser auténtica. No soy de esconder lo que siento ni lo que pienso. A veces me cuesta un poco filtrar mis emociones, y soy muy directa. Claro, en las redes también prefiero publicar una foto en la que me vea bien, pero no me importa si no es perfecta. La honestidad es lo que me importa más. Dicho esto, también soy consciente de que cuidar mi apariencia forma parte de mi profesión, y lo hago con gusto, invirtiendo tiempo en cuidar mi salud, mi piel y mi bienestar”, nos recuerda la histriónica, cuyo currículum también se engalana con el título de madre de los pequeños Masha y Santiago, sobre las redes sociales y cómo estas han creado una imagen idealizada de la vida de las personas.

“Viene un proyecto llamado Entre paredes, donde interpreto a Silvana, una novia tóxica y ruidosa, pero que, en el fondo, tiene más que ver con sus inseguridades que con el amor real. También está Bienvenidos a la familia en Netflix, y nuevas temporadas de Dra. Lucía, además de algunas segundas temporadas de otras series en las que estoy involucrada. Estoy muy agradecida por la cantidad de trabajo que tengo y por la diversidad de personajes que he podido interpretar. Me entusiasma lo que está por venir y siempre trato de ofrecer algo nuevo a mis seguidores. A ellos les doy las gracias por su apoyo y por seguir mi trabajo”, finaliza Ana, quien ha podido compartir créditos con mujeres de renombre como Salma Hayek, Ana Serradilla y Adriana Louvier, y cuyo 2025 nos trae más sorpresas.

La sangre de la madre Rusia, cuna de todas las exrepúblicas soviéticas, ha dado al mundo grandes nombres que han dejado una huella imborrable a lo largo del tiempo y las fronteras. Piotr Ilich Tchaikovski, cuyas composiciones han tocado el alma de millones; León Tolstói, que con su pluma dio vida a relatos de profunda reflexión sobre la condición humana; Fyodor Dostoyevski, con sus novelas que desnudaron los rincones más oscuros de la psicología; Anton Chejov, el maestro de la sutileza y el drama; y Aleksandr Pushkin, poeta que encarna la esencia misma de la literatura rusa. Esta vasta nación, rica en cultura y tradición, también es conocida por sus matrioskas, que reflejan la unidad familiar y la complejidad de las relaciones humanas. Y, por supuesto, el vodka, ese elixir que acompaña los brindis de amistad y celebración, y el ballet, un arte elevado a su máxima expresión en los teatros rusos, ahora suma ahora uno más: Анна Сергеевна Лаевская, mejor conocida como Ana Layevska, de sangre rusa con raíces ucranianas, pero con corazón mexicano que ha conquistado al mundo con su talento y carisma.

Foto: @estebancalderon
Peinado y maquillaje: @andreamorenomakeup
Estilismo de moda: @alo_murillo_
RP: @Jand_pr