Siempre he creído en el teatro como un espacio poderoso para generar conversación y conciencia. Cuando conocí el texto original de Abi Zakarian, me impactó la forma tan honesta y brutal en que retrataba la experiencia de una mujer enfrentándose a un sistema que no le cree. Sentí una necesidad profunda de contar esta historia en México, donde, lamentablemente, la violencia de género y la impunidad en el sistema judicial representan una verdadera emergencia nacional. Además, en este momento de mi carrera, sentí el impulso de tomar las riendas de un proyecto propio, algo que resonara conmigo tanto artística como personalmente.
¿Cómo fue el proceso de adaptación del monólogo original de Abi Zakarian para el público mexicano?
Fue un proceso de mucha exploración y sensibilidad. La historia de Hilos es universal en su esencia, pero había elementos que debían aterrizarse a nuestra cultura y realidad. Junto con Gabriel Mata-Cervantes, mi co-director y el traductor de la obra, trabajamos en adaptar referencias, estructuras de diálogo y situaciones para que fueran más cercanas a lo que vivimos en México. También fue importante matizar el tono, encontrar un equilibrio entre la crudeza de la historia y la forma en que se cuenta, para que el público pudiera conectar sin sentirse abrumado. Creé todo un viaje para el personaje, invitando al espectador a sumergirse en las emociones que atraviesa Ema, desde el enamoramiento y la risa, hasta la conmoción, el dolor más profundo, la desilusión y la esperanza.
Al ser tanto actriz como productora y codirectora, ¿cómo equilibraste todos estos roles durante la creación de la obra?
Ha sido un reto enorme, pero lo asumí con pasión y convicción. Desde el inicio, supe que era un proyecto que debía liderar desde distintos frentes. Como actriz, tenía que entregarme completamente al personaje; como productora, debía tomar decisiones estratégicas para que la obra llegara al público; y como codirectora, necesitaba cuidar el tono y la experiencia del espectador. Rodearme de un equipo talentoso y comprometido fue clave, porque no puedes hacerlo todo sola. Aprendí a confiar, delegar y también a escucharme a mí misma en cada proceso. Como productora y líder del proyecto, he descubierto que se pueden tejer muchas redes de apoyo y que el hecho de que sea un proyecto con propósito lo hace más valioso y significativo, porque conecta mi pasión con ofrecer una historia imprescindible para nuestra sociedad.
¿Cuál fue el desafío emocional más grande que enfrentaste al interpretar un monólogo tan intenso y profundo?
El mayor reto ha sido sostener la carga emocional noche tras noche sin que me desborde. Es una historia dura, que toca fibras profundas, y aunque como actriz tengo herramientas para canalizar la energía, hubo funciones en las que me ha costado soltar el personaje. He aprendido a cuidar mi proceso emocional para no quedarme atrapada en lo doloroso de la historia. Al final, tanto Ema como yo tomamos los hilos en nuestras manos para seguir adelante, valorando el aquí y el ahora.
¿Qué esperas que el público se lleve al ver Hilos? ¿Qué mensaje principal te gustaría que quedara grabado en ellos?
Espero que Hilos no solo los conmueva, sino que los haga cuestionarse. Que salgan del teatro con una nueva conciencia sobre lo que viven muchas mujeres, sobre las violencias normalizadas, sobre todos esos hilos invisibles que se tejen en forma de desigualdad y sobre la importancia de escuchar y creer. No quiero que sea solo una obra que impacte en el momento, sino que deje una semilla que los haga reflexionar sobre su propio rol en esta realidad. Porque todos somos parte del problema, pero también de la solución.
¿Qué significó para ti tomar el riesgo de asumir la producción de Hilos después de que surgió la idea?
Significó un salto al vacío, pero un salto que sentí que tenía que dar. Siempre había querido producir, pero nunca me había animado a hacerlo completamente sola. Hilos me dio la oportunidad de demostrarme a mí misma que era capaz de construir un proyecto desde cero. Fue un proceso de aprendizaje, de enfrentar miedos y de reafirmar mi amor por el teatro.
En el monólogo, Ema enfrenta una reconstrucción personal tras un trauma. ¿Cómo te relacionas con este proceso de sanación, tanto como actriz como persona?
Creo que todas las mujeres, en distintos niveles, hemos vivido situaciones que nos han marcado y que nos han obligado a reconstruirnos. Como actriz, encontrarme con Ema fue un proceso de mucha empatía y de explorar mis propias heridas. Como persona, interpretar esta historia me ha hecho aún más consciente de la importancia de sanar en colectivo, de apoyarnos entre nosotras y de no callar lo que duele.
¿Qué opinas sobre el papel del arte y el teatro en el cambio social, especialmente al abordar temas tan delicados como la violencia de género?
El arte tiene la capacidad de hacer visible lo que muchas veces se quiere ocultar. El teatro, en particular, tiene una intimidad y una fuerza que permite que el espectador viva la historia de una manera profunda. Hilos es un reflejo de lo que muchas mujeres viven, y creo que al contar estas historias, generamos conversaciones que pueden llevar a cambios. No tengo la pretensión de que una obra de teatro transforme el mundo, pero sí creo que puede ser un detonador para la reflexión y la acción.
En cuanto a tus proyectos futuros, ¿qué otros roles o proyectos te gustaría explorar en tu carrera?
Me interesa seguir explorando historias intensas, complejas, que sacudan y dejen huella. También quiero seguir creando mis propios proyectos, apostando por historias que me muevan.
¿Qué consejos le darías a otros artistas o personas que desean lanzarse a crear proyectos propios, pero sienten que no tienen las herramientas o el valor para hacerlo?
¡Que se avienten! Nunca van a sentirse 100% listos, pero el camino se va construyendo al andar. Que confíen en sus ideas, pero también en la importancia de rodearse de la gente correcta. Y que entiendan que habrá miedo, incertidumbre y momentos duros, pero si el proyecto realmente los mueve, vale la pena arriesgarse.





Siempre he creído en el teatro como un espacio poderoso para generar conversación y conciencia. Cuando conocí el texto original de Abi Zakarian, me impactó la forma tan honesta y brutal en que retrataba la experiencia de una mujer enfrentándose a un sistema que no le cree. Sentí una necesidad profunda de contar esta historia en México, donde, lamentablemente, la violencia de género y la impunidad en el sistema judicial representan una verdadera emergencia nacional. Además, en este momento de mi carrera, sentí el impulso de tomar las riendas de un proyecto propio, algo que resonara conmigo tanto artística como personalmente.
¿Cómo fue el proceso de adaptación del monólogo original de Abi Zakarian para el público mexicano?
Fue un proceso de mucha exploración y sensibilidad. La historia de Hilos es universal en su esencia, pero había elementos que debían aterrizarse a nuestra cultura y realidad. Junto con Gabriel Mata-Cervantes, mi co-director y el traductor de la obra, trabajamos en adaptar referencias, estructuras de diálogo y situaciones para que fueran más cercanas a lo que vivimos en México. También fue importante matizar el tono, encontrar un equilibrio entre la crudeza de la historia y la forma en que se cuenta, para que el público pudiera conectar sin sentirse abrumado. Creé todo un viaje para el personaje, invitando al espectador a sumergirse en las emociones que atraviesa Ema, desde el enamoramiento y la risa, hasta la conmoción, el dolor más profundo, la desilusión y la esperanza.
Al ser tanto actriz como productora y codirectora, ¿cómo equilibraste todos estos roles durante la creación de la obra?
Ha sido un reto enorme, pero lo asumí con pasión y convicción. Desde el inicio, supe que era un proyecto que debía liderar desde distintos frentes. Como actriz, tenía que entregarme completamente al personaje; como productora, debía tomar decisiones estratégicas para que la obra llegara al público; y como codirectora, necesitaba cuidar el tono y la experiencia del espectador. Rodearme de un equipo talentoso y comprometido fue clave, porque no puedes hacerlo todo sola. Aprendí a confiar, delegar y también a escucharme a mí misma en cada proceso. Como productora y líder del proyecto, he descubierto que se pueden tejer muchas redes de apoyo y que el hecho de que sea un proyecto con propósito lo hace más valioso y significativo, porque conecta mi pasión con ofrecer una historia imprescindible para nuestra sociedad.
¿Cuál fue el desafío emocional más grande que enfrentaste al interpretar un monólogo tan intenso y profundo?
El mayor reto ha sido sostener la carga emocional noche tras noche sin que me desborde. Es una historia dura, que toca fibras profundas, y aunque como actriz tengo herramientas para canalizar la energía, hubo funciones en las que me ha costado soltar el personaje. He aprendido a cuidar mi proceso emocional para no quedarme atrapada en lo doloroso de la historia. Al final, tanto Ema como yo tomamos los hilos en nuestras manos para seguir adelante, valorando el aquí y el ahora.
¿Qué esperas que el público se lleve al ver Hilos? ¿Qué mensaje principal te gustaría que quedara grabado en ellos?
Espero que Hilos no solo los conmueva, sino que los haga cuestionarse. Que salgan del teatro con una nueva conciencia sobre lo que viven muchas mujeres, sobre las violencias normalizadas, sobre todos esos hilos invisibles que se tejen en forma de desigualdad y sobre la importancia de escuchar y creer. No quiero que sea solo una obra que impacte en el momento, sino que deje una semilla que los haga reflexionar sobre su propio rol en esta realidad. Porque todos somos parte del problema, pero también de la solución.
¿Qué significó para ti tomar el riesgo de asumir la producción de Hilos después de que surgió la idea?
Significó un salto al vacío, pero un salto que sentí que tenía que dar. Siempre había querido producir, pero nunca me había animado a hacerlo completamente sola. Hilos me dio la oportunidad de demostrarme a mí misma que era capaz de construir un proyecto desde cero. Fue un proceso de aprendizaje, de enfrentar miedos y de reafirmar mi amor por el teatro.
En el monólogo, Ema enfrenta una reconstrucción personal tras un trauma. ¿Cómo te relacionas con este proceso de sanación, tanto como actriz como persona?
Creo que todas las mujeres, en distintos niveles, hemos vivido situaciones que nos han marcado y que nos han obligado a reconstruirnos. Como actriz, encontrarme con Ema fue un proceso de mucha empatía y de explorar mis propias heridas. Como persona, interpretar esta historia me ha hecho aún más consciente de la importancia de sanar en colectivo, de apoyarnos entre nosotras y de no callar lo que duele.
¿Qué opinas sobre el papel del arte y el teatro en el cambio social, especialmente al abordar temas tan delicados como la violencia de género?
El arte tiene la capacidad de hacer visible lo que muchas veces se quiere ocultar. El teatro, en particular, tiene una intimidad y una fuerza que permite que el espectador viva la historia de una manera profunda. Hilos es un reflejo de lo que muchas mujeres viven, y creo que al contar estas historias, generamos conversaciones que pueden llevar a cambios. No tengo la pretensión de que una obra de teatro transforme el mundo, pero sí creo que puede ser un detonador para la reflexión y la acción.
En cuanto a tus proyectos futuros, ¿qué otros roles o proyectos te gustaría explorar en tu carrera?
Me interesa seguir explorando historias intensas, complejas, que sacudan y dejen huella. También quiero seguir creando mis propios proyectos, apostando por historias que me muevan.
¿Qué consejos le darías a otros artistas o personas que desean lanzarse a crear proyectos propios, pero sienten que no tienen las herramientas o el valor para hacerlo?
¡Que se avienten! Nunca van a sentirse 100% listos, pero el camino se va construyendo al andar. Que confíen en sus ideas, pero también en la importancia de rodearse de la gente correcta. Y que entiendan que habrá miedo, incertidumbre y momentos duros, pero si el proyecto realmente los mueve, vale la pena arriesgarse.